Los muertos, entre los cuales convivimos, se esfuerzan en manifestarse, pero se enfrentan al mundo impenetrable de nuestros sentidos que, creados únicamente para recibir lo material, los ignoran irremediablemente.
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El corazón del poeta no tiembla; tiembla su mano al ver lo que ha escrito.
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Habría que transformar la soledad de la isla por la soledad del mar.
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La solución para entender ciertos libros es releerlos; pero si son demasiado largos es preferible resignarse a no entenderlos.
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Somos seres anfibios que deambulamos entre el mundo de la podredumbre y el mundo de la fantasía.