Editorial EL UNIVERSAL

Paz para Colombia

28/08/2016 |01:10
Redacción El Universal
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Por estos días asistimos a un evento de dimensiones históricas no sólo en las Américas, sino en todo el mundo: la suscripción definitiva de la paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (las FARC), pactada el pasado 24 de agosto en La Habana, Cuba.

Después de varios fracasos en diálogos de gobiernos previos, la administración Santos y las FARC se sentaron a negociar en Cuba, a partir de noviembre de 2012, tras 24 meses de charlas secretas. Con esto llegará a su fin el conflicto armado más antiguo de América y morirá la última conflagración bélica heredada de la Guerra Fría en el hemisferio occidental.

Y, en un hecho de enorme simbolismo sobre la deseable preeminencia del Estado de derecho en Colombia, la guerrilla comunista más antigua del continente americano, las FARC, depondrá las armas para convertirse en un partido político, con todas las de la ley.

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Éste es un acontecimiento con profundas implicaciones políticas, desde luego, pero sobre todo humanas y sociales para el pueblo colombiano, pues pone fin al drama social y la agitación política que esta nación ha sufrido durante los últimos 68 años, pero también para toda América Latina, por ser las FARC la última reminiscencia de una corriente de luchas sociales armadas que tuvieron lugar en buena parte de la región.

Una cifra terrible exhibe la magnitud de 52 años de guerra en Colombia: 8 millones 68 mil 272 víctimas, que incluyen más de 225 mil muertos, cerca de 45 mil desaparecidos, más de 6.4 millones de desplazados a la fuerza y un abultado saldo por terrorismo, secuestro, torturas, delitos contra la libertad e integridad sexual, pérdida de propiedades y abandono o expulsión de tierras.

Se trata del más importante golpe de timón del siglo XXI sobre el futuro de esta nación sudamericana, en el que el gobierno y las FARC rubricaron un acuerdo “final, integral y definitivo” para acabar con la guerra y lograr una “paz duradera”. El pacto será sometido a un plebiscito que se realizará el 2 de octubre de 2016 y en el que, para que gane el “sí”, se necesitará el apoyo de 4 millones 396 mil 626 colombianos o 13% del padrón electoral. El cese del fuego definitivo inicia a partir de las cero horas de mañana.

Toca ahora emprender un proceso de reconciliación nacional plena, que no será fácil y no se sabe cuánto tardará, pero que será esencial para que la paz negociada se asiente permanentemente entre los colombianos. Asimismo, deben abrirse espacios de reparación del daño a las víctimas y de diálogo entre los antiguos antagonistas para terminar con la exclusión política, la injusticia social y otros factores que en 1964 llevaron a la guerra.

En suma, la meta que no debe perderse de vista es construir una paz permanente en Colombia con la participación de todos los colombianos. Y como a voz en grito expresaron los firmantes: que no haya una víctima más en Colombia.