A la memoria de mi padre,
a diez años de su partida;
su ejemplo de honestidad y
congruencia sigue guiándome.

La buena política está hecha de ética y pragmatismo. Quienes la ejercen únicamente con criterio pragmático se suelen entregar a la corrupción, y quienes la analizan solo desde una perspectiva de eticidad la mutilan en función del facilismo teórico. Hace muchos años escribí, después de una relectura de Maquiavelo, que el poder no es comedido, es expansivo por naturaleza: tiende a ejercerse hasta el límite de lo contraproducente. Y es justamente ahí donde hay que embonar el componente que el genio florentino escindió de la política, instrumentando los incentivos que hagan inconveniente al príncipe y a sus émulos actuar al margen de la ética.

Este apunte viene a cuento para contrarrestar algunas tergiversaciones en torno a mi decisión de poner mi cargo de presidente del PRD a disposición de su Consejo Nacional. La reacción periodística fue interesante: unos dijeron que fue el “berrinche” de un novato puritano y otros que fue el “chantaje” de un grillo taimado. Esos extremos se anulan mutuamente. Lo cierto es que fue el resultado de mi afán de compaginar ética y pragmatismo, lo que por cierto es mucho más difícil de lograr que quedarse en una u otra de esas vertientes. Tuve dos razones para hacerlo: 1) había una tentativa de acotarme a un papel menor, desacreditando mi interlocución externa; 2) existe una estratagema injerencista del PRI-gobierno contra varios partidos, el mío incluido, para detener a cualquier costo las alianzas opositoras. Redacté mi renuncia con la convicción de que, de materializarse cualquiera de esas dos cosas, dejaría la Presidencia; estaba absolutamente decidido a hacerlo, y de hecho cuando la puse sobre la mesa asumí que se me aceptaría y me fui a mi oficina a recoger mis pertenencias.

Ahora bien, por supuesto que consideré la posibilidad de que mi determinación incidiera en una modificación del escenario, en cuyo caso habría valido la pena. Y así fue, al menos en el primer punto, dado que se revirtió lo que yo juzgué indigno (aunque todavía hay un riesgo de que se quiera romper mi eje de negociación, lo es inadmisible para mí); en el segundo, quizás ayudó a apuntalar el cierre de filas del perredismo contra la injerencia externa. El Comité Ejecutivo Nacional, en un gesto de nobleza, hizo a un lado la crudeza de mi carta y me pidió que me quedara. Puesto que aquello que la motivó había sido subsanado, retiré mi renuncia para permanecer como presidente del partido. Sé que hacerlo tuvo un costo político, dentro y fuera, pero me quedo con la satisfacción de que al actuar ética y pragmáticamente pude contribuir a combatir la restauración autoritaria que acecha a México. Por lo demás, quedaron exhibidos quienes de mala fe decían que yo sería un mero “gerente” manipulado por las corrientes (¡ahora dicen que soy un dictador que impone sus caprichos!). No canto victoria personal ni mucho menos, porque a fin de cuentas fue un logro del partido y porque el leviatán priísta está muy enojado y con sus coletazos aún intenta hundirme y hundirnos en un terreno de por sí pantanoso. Pero, en todo caso, los perredistas tuvimos los arrestos para resistir el embate del poder y dimos un paso hacia el renacimiento del PRD.

PD: El lance al que aludo intensificó los ataques mediáticos en mi contra. Rubén Cortés hace su mejor esfuerzo para arrebatarle a Pablo Hiriart la disputada capitanía de la selección de nado sincronizado, y presenta el mundo al revés: él me quiere dar a mí clases de ética y de semántica. Por su lado, Rafael Pérez Gay, quien redime su medianía literaria ejerciendo el periodismo como Gil Gamés, tuvo el mal tino de volver a la carga insistiendo en citar nada menos que al Piporro, cuyo Club de Amigos (CAPI) fundé y presido; dudo que Gilga el soflamero conozca otras canciones además de Agustín Jaime, pero aquí le dedico La enlutada, con una paráfrasis que me perdonará mi extrañado amigo Eulalio González: “Chema no sabe que yo ando / nomás midiendo sus pasos / y que su hermano me quiere / me quiere dar de balazos - El pelao es muy querendón pero yo no lo quiero a él, quiero a su hermano… ¿pos qué quiere él conmigo?”.

Pesidente nacional del PRD

@abasave

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