Naucalpan, Méx.— “¡Aquí está bien feo!”. “Sentimos que nos iban a asaltar al entrar a esta colonia”, expresaron los venezolanos Miguel y Darling, que como la mayoría de migrantes, llegan a las nuevas instalaciones de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) establecida en una bodega industrial entre calles terregosas sin pavimentar, junto a casas de cartón y láminas de paracaidistas que invadieron la zona federal de las vías de ferrocarril.

El 6 de febrero esta sede empezó a operar “para los migrantes que se encuentren en la Ciudad de México”, donde el primer contacto y atención en estas instalaciones ubicadas en la calle de Los Remedios número 21, en San Luis Tlatilco, en Naucalpan, es de 9:30 a las 11 de la mañana, según difundió la Secretaría de Gobernación.

Para trasladarse desde la Ciudad a este punto del Estado de México, una de las rutas más rápidas es llegar al paradero del Metro Cuatro Caminos, tomar un microbús o combi rumbo a la avenida 1 de Mayo, bajarse en las vías del ferrocarril y caminar cerca de medio kilómetro en calles pedregosas, junto a las vías del tren y del rastro de Naucalpan, en una zona industrial donde hay muchas fábricas abandonadas.

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En las bodegas que ocupa la Comar se hace el trámite de primera vez para migrantes que buscan asilo en México, informó una empleada que portaba un chaleco del ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados).

“¿Seguro que es por acá?”, preguntó Alexander al taxista cuando entró a la calle terregosa y oscura, al sospechar que lo llevaban a un sitio equivocado. “Pensé que no era por aquí, sí me dio miedo por la entrada. Yo buscaba un edificio en una avenida céntrica, más transitada, no una bodega industrial”, afirmó el colombiano.

“No fue tan fácil llegar, llegué en un Uber que nos cobró 450 pesos desde Neza. Llegamos en la madrugada a las 4:30 de la mañana, porque pensábamos que iba a haber mucha gente, pero fuimos de los primeros que atendieron hoy en la Comar, donde el trato del personal fue muy bueno”, afirmó Raúl Danilo.

“Planeo quedarme en México, que me ha acogido muy bien. En Cuba yo era comerciante en una bodega de arroz, frijol y aceite, pero puedo trabajar de cualquier otra cosa”, añadió el joven de 30 años, quien lleva dos meses en el país.

El cubano está convencido de que “hasta este momento, México no es el país que dicen que es, sangriento. Es un sitio tranquilo, especialmente Neza, que es donde vivo”.

“Vengo de Xochimilco y el Uber me cobró 480 pesos, es muy caro, de regreso planeo irme en Metro. Realmente queríamos asegurar llegar acá”, relató nervioso Francis, un haitiano que no pudo celebrar su cumpleaños 26 el 12 de febrero por la inquietud de tramitar el papel que le permita trabajar en México.

“De Haití volamos a Nicaragua y luego en bus a Tapachula. No queremos ir al norte. Necesito obtener mi papel. Yo tenía una primera cita en Tapachula donde la cosa está muy difícil, hace mucho calor, por eso vine a la capital y el 10 de octubre tenía una primera cita en la Comar que estaba en Tláhuac, y ayer fui a Versalles 49 para hacer otra cita y me mandaron aquí para hacer el proceso otra vez”, contó el joven abogado.

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“El miércoles cumplí 26 años, no celebré por esta situación, pero aún así soy un poquito feliz”, añadió Francis, quien llegó a México junto con su hermana, cinco amigos veinteañeros y una joven de 16 años. Hablan francés y creole (lengua haitiana) y planean vivir en México, “porque aquí no hay problemas como en mi país, aquí hay estabilidad”.

Para Oscarina y Glenn tampoco fue fácil llegar a la nueva sede de la Comar en Naucalpan. “Fue difícil llegar aquí, veníamos de la estación del Metro La Raza a Cuatro Caminos y de ahí en un bus hasta la pasarela, no fue caro, pero sí nos causó impacto luego de que estuvimos en la calle Versalles, allá es bonito y luego venir aquí y caminar por las vías y las calles sin pavimentar, temíamos ser asaltados, pero del portón hacia adentro la atención es muy buena”, afirmó el abogado venezolano que planea vivir en México junto a su esposa y su bebé.

En tanto, industriales de la zona expresaron su preocupación por la llegada de migrantes.

“No sé a qué vienen, pero ayer ya hubo una trifulca aquí”, porque la nave industrial que ocupa la Comar aún no tiene un letrero que identifique el lugar, dijo uno.

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