El slow fashion, más que una , es un estilo de vida. Como su nombre lo indica, se trata de ir más lento a pesar de vivir en una vorágine de vida moderna en donde el tiempo es prioridad. Esto incluye a las prendas que vestimos, las cuales no verás en un aparador de centro comercial tan fácilmente, ya que no están hechas por millares, y los que se usan para ella así como sus hechuras, son trabajadas minuciosamente y hasta con algún statement, es decir, cuentan con una filosofía detrás que validan aún más su existencia. Son amigables con el medio ambiente, ya que usan fibras 100% naturales, además de que son incluyentes al tener presente en cada prenda tradiciones y culturas.

Al comprar estas prendas de diseño mexicano , te olvidas de intermediarios, llegas a una compra justa, local y ética. Quien haya confeccionado ese textil, tendrá más ganancia, a diferencia de la ropa que adquirimos en los grandes almacenes, lo llamado fast fashion, en donde se pone en duda las condiciones laborales de los trabajadores en la maquila, el uso de recursos naturales como el agua y la durabilidad de la prenda.

Date un gusto a ti o a un ser querido con estas opciones que puedes usar todos los días. Son parte de un orgullo nacional que le ha dado la vuelta al mundo, por sus diseños, la comodidad y la personalidad que dan.

Como si fuera pijama

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Fotos: Cortesía

Guillermo Vargas unió en Takamura 1/8 su herencia. Es un diálogo entre la cultura mexicana y pinceladas de niponas al tener un bisabuelo japonés, de ahí que un octavo de su sangre sea asiática. Desde que encontró esa línea familiar, Guillermo, asegura que se dio cuenta de que todos los intereses que tiene son globales, en sus diseños, aunque las piezas parecen minimalistas, tienen ornamentos, detalles que las hacen únicas y atemporales.

A lo largo de estos 12 años de vida de Takamura 1/8, Guillermo ya generó un statement y un estilo en el cual la comodidad impera. “Tengo varios estilos que pueden parecer muy intelectuales, pero también son muy verdaderos como el pijama feeling. No luces como si estuviera en ropa de cama, pero sientes esa comodidad. Soy de la idea de que la ropa es un aliado en nuestro día a día”, afirma el también maestro en diseño de moda .

Lo usual en su estilo , pese al cambio de temporada es la no complicación. Sus vestidos tienen bolsas y las prendas masculinas se diseñan para no fajarse. “Es comodidad, es facilidad de lavarlas, que no sea ostentosa y que refuerce a quien la esté usando”, describe, el diseñador.

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Confecciona conforme al cuerpo y su silueta. Aun así, entre lo masculino y lo femenino ha encontrado un espacio y un diálogo para lo unisex. “Hay realidades de busto, de anchos de espalda y de caderas. Dentro de colecciones, entre el fit masculino y el femenino está lo neutral lo cual es oversize con caídas fluidas que dan movimiento.

En el ámbito tradicional, en Takamura se trabaja con hilo de borrego comestible, el cual se carda con peine, se hila de forma arcaica en máquinas de los años treinta. En cuanto a colaboraciones ha trabajado con Paula Pérez de Santa María Tlahuitoltepec, una blusa única con iconografía de la cultura mixe en la cual, dice Guillemo, “él aprende del telar y de bordado”.

Patrones orgánicos

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Daniel Villela llegó al mundo de los textiles a causa de su curiosidad sobre los tintes naturales. Aunque él es un artista visual, su trabajo encaja perfecto dentro del oficio de diseñador de moda.

Su paso por la academia le ayudó a encontrar un método muy personal de abstracción. “Vivir en San Cristóbal de las Casas, Chiapas me abrió paso a muchos temas visuales. Observar las fachadas de las casas, el paisaje urbano y las composiciones de color. Empecé a visualizar los espacios de manera diferente: los fotografiaba de manera análoga, mucho antes de que Instagram estuviera en auge. Acomodaba las imágenes en orden. Ahí empecé a tener un lenguaje visual muy particular en donde los patrones y la geometría están presentes.

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Oaxaca fue otro punto clave para su formación. Al llegar al Museo Textil e inscribirse en los talleres de tintes naturales, sobre todo uno de serigrafía con grana cochinilla. “Mi mente se abrió, me surgió la necesidad de retomar este proceso en algo mío”, comparte Daniel, quien adoptó este tinte natural en sus procesos y relacionándolo en su vida personal: “para mí la grana cochinilla es muy importante y profunda en temas de mi trabajo. Lo relaciono mucho con mi trabajo, con la parte de canalizar”, comparte el artista.

Eso lo motivó a quedarse más tiempo en Oaxaca. Juana Gutiérrez, en Teotitlán del Valle, fue su maestra. Ella le enseñó todo lo que se debía saber sobre tintes naturales. “Inicié desde cero aún teniendo estudios en color y lo visual, lo que quería en ese momento era encontrar la esencia de los pigmentos, encontrar esa magia y alquimia”, responde Daniel, quien en Phigmenteria hace estudios del color.

Seis años después llegó Phigmento, un proyecto que no puede concebirse sin Phigmentaria. Aquí, Daniel diseña ponchos de lana customizados a la medida del cliente: son piezas únicas. De hecho, fueron parte de la colección de Visión y Tradición de Design Week México de este año, en mancuerna con el maestro artesano Mario Chávez.

Galería textil

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En la colonia San Rafael, en Ciudad de México, hay una tienda que, al entrar, se convierte en una especie de galería en donde verás textiles y artesanías de casi toda la República Mexicana. Se trata de Por Bonita, un espacio en donde los maestros artesanos dejan sus piezas para que Erin, Silvia y Viviana te expliquen desde el origen de la pieza que te gustó, los procesos, quién la hizo y si tiene algún significado por los bordados que trae o si se usa en alguna ceremonia o fiesta.

Comencemos con Viviana Monroy Cisneros. Su gusto por los textiles empezó por influencia de Frida Kahlo, “aunque no conocía de la ropa tradicional, me resultaba llamativo”, comenta Viviana, quien es maquillista de efectos especiales. Esto fue suficiente para que tomara la máquina de coser y fuera aprendiendo bajo la prueba y el error. Confeccionando su ropa y añadiendo textiles, aprendió sobre regiones, técnicas de elaboración, tiempos de producción y procesos, “con esto pasé de tener una marca contemporánea a una tradicional”, explica.

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En el caso de Erin Jafet Ramírez Hernández, historiadora de profesión, se encausó al arte. La primera vez que le impactó la ropa tradicional fue con Tizoc , una película de finales de los cincuenta dirigida por Ismael Rodríguez, en la cual Erin se maravilló con el vestuario de María Félix. “Era impresionante. Me pregunté sobre su origen y de cómo una prenda suelta se le podía ver tan bien”, recordó. Al llegar a Por Bonita y conocer a Viviana y Silvia se terminó de enamorar al conocer de primera mano a los artesanos y los lugares en donde se hacen.

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