Un día antes de cumplir 103 años, Nicanor Parra llegó a la notaría Ximena Ricci en San Antonio para firmar su testamento. Se movilizaba en silla de ruedas, auxiliado por su primogénito Ricardo ("Chamaco"). Vestía lentes oscuros y un gorro negro que le cubría la cara, según reconstruye el abogado Mauricio Moya en La Segunda.
Moya fue quien redactó el documento en que Parra deja a su hija Colombina como albacea y heredera del 58.3 por ciento de sus bienes. El testamento fue puesto en duda por una facción de la familia liderado por Catalina Parra , quienes desean dejarlo sin efecto apelando a que su padre no se encontraba en condiciones de lucidez al momento de testar. Su firma temblorosa, según ellos, comprobaría esta tesis.
"Nicanor estaba bastante claro", afirma Moya. "La notario le preguntó su nombre, dónde vivía, entre otras cosas. Estaba muy bien ubicado en el tiempo y el espacio", señala. El abogado participó además como testigo en esta instancia, rol que además cumplieron la historiadora Carmen Fariña , amiga de la familia, y Johanna Galaz , parvularia que lo cuidaba esporádicamente.
Moya llevaba dos años trabajando en la elaboración del documento. Además, confirma que existe otro documento, legalizado y vigente, con fecha de 2001, donde se faculta a Colombina para generar una fundación. "Yo le sugerí a Colombina que fuera albacea, idea que no le pareció en un comienzo porque no quería quedar con esa imagen de 'interesada' (...) Nicanor quería asegurar la perpetuidad de su obra", declara.
Por último, el abogado cuenta que en el proceso de escritura, Colombina recibió una carta de su hermanastra Catalina Parra. "A través de abogados, pedía información relativa al estado de salud de don Nicanor. Además, solicitó datos acerca de los bienes y el patrimonio. Una carta muy agresiva, como si don Nicanor ya no estuviera. Me parece que esta situación y otras que desconozco, detonaron que él tomara la decisión de testar".
nrv