El y dos adolescentes al interior de la cueva de La Morita II, en Nuevo León, da nuevas evidencias de las sociedades que habitaron el noroeste de México aproximadamente tres milenios atrás, y son una pista más para construir la historia de las sociedades originarias y, más importante, conocer sus costumbres, ritos y cosmovisiones.

Mientras que en la zona centro del país, el hallazgo de 10 fosas funerarias prehispánicas de aproximadamente 3 mil 500 años de antigüedad, la mitad de ellas con entierros humanos, es una sólida evidencia de las primeras aldeas agrícolas que ahí se asentaron y que revelan nuevos datos de las formas de vida de esas sociedades milenarias.

Estos dos hallazgos, ambos en sitios de alto interés histórico y arqueológico, se conectan por su antigüedad, además de que aportan más información sobre los procesos sedentarios y agrícolas de estas sociedades. Gracias a las tecnologías recientes, los investigadores tienen mayores herramientas para datar los vestigios y brindar información más precisa del pasado.

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La arqueóloga María de Lourdes López Camacho, en las labores de investigación. Foto: INAH
La arqueóloga María de Lourdes López Camacho, en las labores de investigación. Foto: INAH

En entrevista con , el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia () y coordinador de las labores de excavación de La Morita II, Moisés Valadez, abunda en los hallazgos y la relevancia de encontrar vestigios milenarios en los contextos arqueológicos que conforman la cueva.

Moisés Valadez explica que el depósito de un bebé y los dos adolescentes son muestra de las ritualidades de los habitantes de hace 3 mil años y muestra de que esas sociedades ya contaban con estrategias de control natal.

“No sabemos con exactitud todavía si el bebé murió al nacer, esto se sabrá después de los análisis de ADN y de tipos sanguíneos, pero lo que suponemos, por lo poco que sabemos de crónicas, es que eran rituales que estaban unidos al control natal. Es posible que usaran el control natal en niños con problemas congénitos, o incluso cuando la madre fallecía, se decidía sacrificar al niño”, detalla Valadez.

El arqueólogo apunta que estos entierros también explican parte de la ideología de los primeros habitantes del noroeste de México.

“Con los estudios precisaremos más detalles, pero creemos que este control natal es un indicador de la ideología de esas sociedades, ya que era importante mantener sano al grupo porque se movían durante las estaciones del año”, explica.

Sobre la datación de los restos, Valadez detalla que La Morita es una zona de exploración arqueológica desde 2002, por lo que ya hay análisis de carbono que permiten determinar la fecha de ciertas zonas.

A mediados de 2023 se encontraron 10 tumbas troncocónicas cerca de la Avenida Constituyentes durante los trabajos de la Línea 3 del Cablebús; cinco de las fosas tenían vestigios humanos. Foto: INAH
A mediados de 2023 se encontraron 10 tumbas troncocónicas cerca de la Avenida Constituyentes durante los trabajos de la Línea 3 del Cablebús; cinco de las fosas tenían vestigios humanos. Foto: INAH

“Tenemos ya fechas de carbono en las cámaras principales, sabemos por estos estudios que la cueva inició su periodo hace 11 mil años, casi 12 mil, y concluye hace 2 mil 500 años. No hemos encontrado más indicadores que hablen de otras fechas más remotas, por eso ubicamos estos vestigios con 3 mil años de antigüedad” .

Algo que el investigador destaca, apoyado por las crónicas, es el equilibrio con la naturaleza de estas sociedades, por lo que los restos de los dos adolescentes también pudieron ser un mecanismo de control social. “En el caso de los adolescentes, si bien no fue control natal, es un mecanismo de control social, ya que para estas sociedades era difícil tener integrantes que no pudieran caminar o ver bien, buscaban el equilibrio con la naturaleza, contar con personas que pudieran completar los trayectos. Recordemos, y es clave, que ellos no tenían asentamientos permanentes”, explica.

Valadez recalca que estos grupos antiguos no tenían sitios establecidos, por lo que siempre buscaban controlar a sus integrantes y vivir en “armonía” con el medio ambiente.

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“Al contrario de los grandes desarrollos de Mesoamérica, del gran desarrollo con las enormes pirámides que trajeron consigo la agricultura y la explotación de recursos naturales, estos primeros grupos de este lado del país sobrevivieron milenios moviéndose en circuitos y buscando equilibrio, eso es una enseñanza para nosotros”, agrega.

El arqueólogo explica que se identificaron falanges de la mano y metatarsianos de los pies, un cúbito y un húmero, varias costillas y piezas dentarias sueltas correspondientes a los restos del bebé y los dos adolescentes.

El arqueólogo Moisés Valadez y su equipo de investigación en los trabajos de exploración y excavación al interior de la cueva de La Morita II. Foto: INAH
El arqueólogo Moisés Valadez y su equipo de investigación en los trabajos de exploración y excavación al interior de la cueva de La Morita II. Foto: INAH

Pero en el centro del país, derivado de las obras de la Línea 3 del Cablebús, a mediados del año pasado se encontraron 10 tumbas troncocónicas cerca de la Avenida Constituyentes, datadas por los investigadores del INAH en 3 mil años de antigüedad, de las cuales cinco tenían vestigios humanos.

De acuerdo con la arqueóloga y coordinadora de las excavaciones del sitio, María de Lourdes López Camacho, las tumbas pertenecen a una de las primeras aldeas en el territorio que hoy ocupa el poniente de la Ciudad de México, específicamente el Bosque de Chapultepec.

“Esta comunidad estaba viviendo aquí antes de la erupción del volcán Xitle y de la formación del Pedregal de Coyoacán. Y este subsuelo se conservó intacto más de 3 mil años”, explica la especialista.

López Camacho indica que la composición de las tumbas ya se había registrado en otras zonas del país, particularmente en la costa del Golfo y del occidente.

Este hallazgo, agrega la investigadora, da cuenta de las primeras aldeas que desarrollaron la agricultura y se asentaron en la cuenca de México, lo que dio paso al desarrollo de Mesoamérica.

Cuenta que en tres tumbas se localizaron cistas rectangulares (pequeños monumentos funerarios), lo que da evidencias de que esta aldea permaneció un periodo prologando en el sitio. “Estos vestigios son evidencia nueva de la historia de Chapultepec, las piezas son elementos de un rompecabezas que hablan de diversos periodos de la historia en un mismo espacio”.

Sobre los restos encontrados en las tumbas, la arqueóloga detalla que se identificaron las osamentas de un hombre y cuatro mujeres.

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“En cinco de ellas había osamentas de individuos, depositados mayoritariamente en forma flexionada; por la variabilidad de su estado de conservación, solo se ha podido determinar, por los rasgos morfológicos, que cuatro son femeninos y un masculino, casi todos adultos juveniles”, puntualiza.

En las tumbas también se encontraron objetos relacionados con ofrendas: cuatro astas de venado trabajadas como herramientas, punzones, tecomates esgrafiados, una copa cóncava-convexa, buena cantidad de figurillas femeninas, el fragmento de un disco de pizarra (material importado, quizá, de la costa del Golfo), vasijas efigie y figurillas de rasgos esquemáticos que los arqueólogos nombran como “fantasmitas”.

Todos los objetos fueron trasladados al Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, para su clasificación y estudio, concluye López Camacho.

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