Guadalajara.— La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) genera para la ciudad una derrama económica de unos 700 millones de pesos (antes de la pandemia); es el encuentro más importante para el libro en español que pone a la venta del público miles de títulos de unos 2 mil sellos editoriales de más de 47 países, pero más allá de la comercialización del libro directo de editoriales a lectores, la FIL es también un espacio para los negocios, de compra-venta de derechos editoriales, y grandes adquisiciones de distribuidores, libreros y bibliotecarios de universidades de México, América Latina y, especialmente, de Estados Unidos, de donde acuden este año más de 130 bibliotecarios en busca de títulos para la comunidad hispanohablante. Es una FIL que en su edición 36 enfrenta el reto de volver a hacer negocios exitosos.
Y todo apunta a que lo será. Un día antes de la gran inauguración con el retorno a una feria 100% presencial tras dos años de no ser la acostumbrada fiesta de los libros por la pandemia, cientos de trabajadores, entre electricistas, acomodadores, decoradores, afanadores y pulidores, se movían apresurados entre montones de cajas con libros, falsas paredes de tablarroca, carteles, mesas, sillas, aserrín, estructuras metálicas, escaleras y tapancos tratando de acomodar los miles de títulos que se comercializarán.
“Los participantes son un poco celosos con el tema de los números, pero la cifra de 700 millones de derrama económica es importante para lo que genera la FIL en cuestión de economía, vuelos, hospedaje, servicios de taxi, montaje, costos de despachos aduanales del material que traen de otros países, fletes; es una cadena económica impresionante que hace que la ciudad se mueva durante estos días, y también en muchos momentos del año”, afirma Armando M. de Santiago, coordinador general de Expositores y profesionales de la FIL.
La feria que concluirá el 4 de diciembre, con la presencia del emirato árabe de Sharjah como Invitado de Honor, es el espacio fundamental para los negocios del libro en español que alcanza cifras económicas que no se conocen, pero que lo vuelven un espacio fundamental para la recuperación de la industria del libro en el mundo de habla hispana.
“Se ha convertido en uno de los mercados más importantes para transar derechos de libros en español hacia otras lenguas, esto ha significado que para editores de todos el continente y de España sea casi un lugar obligado de asistencia; para nosotros, a través de la Cámara Colombiana del Libro, asistimos con la seguridad de que ahí hay un importante mercado para sus derechos, no sólo en español, sino en otras lenguas”, dice Emiro Aristizábal, presidente de la Cámara Colombiana del Libro.
Su colega mexicano, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Hugo Setzer, asegura que la FIL Guadalajara es el referente cultural del país por todas las actividades que realiza y porque ha logrado conjugar de manera exitosa una feria para profesionales junto a una feria para público.
Elizabeth Vázquez, directora comercial de Alejandría Distribución Bibliográfica y Ediciones Alejandría, apunta que en cuestión de la venta de derechos puede ser más relevante LIBER, Bolonia, para el libro infantil y obviamente Frankfurt. “Gran parte de los negocios que realizamos los hacemos en LIBER, FIL nos funciona más para dar continuidad a lo ya comentado durante el año con los socios comerciales. Para muchos de los editores extranjeros la FIL representa hacer negocios con aquellos que no viajan a LIBER y con el mercado de América Latina”.
Los directores editoriales de la Agencia Literaria Carmen Balcells y de la agencia Literaria Shavelzon-Graham coinciden en que la FIL es una feria más de comercialización del libro.
Maribel Luque, directora editorial de la Agencia Balcells, asegura que no pueden cuantificar los acuerdos de compra-venta y negocios, pero que toda conversación iniciada o continuada en la FIL es importante y cada vez se presentan menos ofertas económicas in situ, en las ferias, pero sí avanzan en las negociaciones previamente iniciadas. “Es una feria extraordinaria, aunque la compra venta de derechos no sea su actividad principal. La feria es una plataforma promocional y comercial, de venta al público. Es una feria que tiene un espíritu festivo, un encuentro presencial entre editores, agentes literarios, autores, y fundamentalmente el encuentro con los lectores”.
Emiro Aristizábal afirma que asistir a cualquier evento internacional representa costos en la compra de los stands, su decoración, el envío de los libros, la asistencia, pero destaca que libreros colombianos que asisten logran buenos negocios: “Es una inversión importante y representa costos, pero creemos que se justifican en la medida en que nuestros afiliados realizan negocios”.
De ahí que la FIL, para esta edición que retorna a la casi normalidad y que apuesta por recuperar las ventas que lograba en años pasados, ha echado toda la carne al asador y ha puesto corazón y vida en este encuentro que tendrá alrededor de 430 stands, con 12 mil profesionales y más de 2 mil editoriales representadas.
“La FIL Guadalajara va en plena recuperación para retomar lo que se había hecho en 2019, cuando llegamos a las 2 mil 400 editoriales participantes y a 48 países representados en el libro; falta poquito para llegar a la cantidad de profesionales del libro que teníamos, digamos que estamos este año al 75%”, afirma Armando M. de Santiago.
La FIL se inaugura a las 11 horas con la entrega del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances al escritor rumano Mircea Cartarescu; con una dinámica más al 90% de como se hizo hasta 2019, aseguró hace unos días Marisol Schulz, directora de la Feria que, como cada año, será sede de la presentación de los indicadores económicos de la industria editorial mexicana.
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