La pandemia de , dice la coreógrafa y bailarina la orilló a repensar en su relación con el tiempo, con sus espacios íntimos, con la cotidianidad; a reflexionar sobre su relación con los otros y a pensar en las temas pendientes, esos que sólo pueden revisarse cuado hay una pausa que permite mirarlos acumulados en algún lugar de la memoria.

Así nació una propuesta escénica, que se estrenará en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del , del 9 al 12 de septiembre.

En esta exploración silenciosa, añade, sin prisa, sin el caos cotidiano, la pieza coreográfica se fue gestando de manera azarosa y casi misteriosa.

“Las historias aparecieron en mi propio mapa corporal. Y, en este sentido, entendí que tenía muchas deudas, deudas relacionadas con duelos que no había vivido porque las circunstancias me obligaron a salir rápidamente de ese estado. Comprendí que no tuve oportunidad de despedir a mi madre, cuya muerte fue súbita; de despedir a mi hermana y a mi hermano que murieron muy jóvenes. Todo esto empezó a ser constante en esa exploración”, dice.

Paralelamente, el contexto de la pandemia, el crecimiento de contagios, las noticias sobre fallecimientos en todo el mundo le revelaron una panorama de duelo y vulnerabilidad en todos los niveles.

“Pensé con dolor en todos aquellos que no tuvieron oportunidad de ver a sus enfermos; saber que tantas personas estaban muriendo en soledad”
Lola Lince, coreógrafa

La idea original, coreografía e interpretación son de Lola Lince, quien describe su creación como un poema escénico en pasajes, donde el tema central es el sentimiento del tiempo y el duelo, pero también está la ira, la oración y la salvación.

Lince, directora de su propia compañía de danza experimental, que cuenta con más de 20 años de trayectoria, añade: “Los objetos, el tiempo, un cuerpo en tránsito que va llorando y recordando a los muertos. Todas estas ideas fueron los detonadores de la obra, la pausa, ese momento cuando la tierra estaba desolada y caótica”.

Finalmente, Lola Lince destaca la estética visual de su propuesta, que le apuesta más a la sencillez, así como la colaboración con el diseñador escénico y directo de arte Mauricio Ascencio. “Teníamos muchas ganas de hacer algo juntos. Me puse en contacto con él, le propuse hacer una colaboración y aceptó. Le compartí la bitácora de mi proceso y así empezamos a trabajar. De alguna manera se propuso que le diéramos salida a esta versión escénica, pero también que hiciéramos una versión digital. Él creó el concepto de tierra baldía. No pudimos avanzar con lo digital, pero ahora presentamos lo escénico, con un intercambio de imágenes que nos ha enriquecido, dice.

La obra se presenta el jueves y viernes a las 20 horas; el sábado a las 19 horas y el domingo a las 18 horas en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo.

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