El (MoMA) de Nueva York inaugura este viernes 8 de marzo la primera gran exposición que hace sobre diseño latinoamericano, titulada .

Después de un año y ocho meses de investigación y viajes a México, Argentina, Colombia, Chile, Venezuela y Brasil, y a través de 110 objetos en exhibición —entre las que hay piezas de mexicanos como Mathias Goeritz, Hugo Velázquez, Pedro Leites y Graziella Díaz de León—, las curadoras Ana Elena Mallet y Amanda Forment cuentan la historia de cómo se profesionalizó el diseño en una región que buscaba acercarse a la modernidad y a la industrialización.

Sobre por qué es que hasta ahora el MoMA dedica una muestra al diseño latinoamericano, pese a su histórico interés en el diseño en general y la arquitectura latinoamericana, Mallet considera que ha sido la labor de los investigadores de diseño latinoamericanos quienes han dado mayor visibilidad al trabajo de la región en los últimos años, por lo que era “inminente” que el tema llegara a este museo, uno de los más prestigiosos a nivel internacional.

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La investigación que se presenta en esta exposición es una que no existe ni en los libros en inglés ni en español, afirma Mallet.

“Hay historias muy nacionalistas y fragmentadas. Viajamos por Latinoamérica y hay mucha investigación, pero se hace hacia dentro de los centros académicos o de mercado y en círculos pequeños que no circulan más allá de sus territorios nacionales, entonces esto es una gran oportunidad de reunir un consejo curatorial profesional con personajes del territorio y tratar de entender toda esta bibliografía. Había la oportunidad de tejer fino y poder poner todo esto en una plataforma y decir esto es lo que está sucediendo”, explica.

La muestra parte desde la perspectiva de lo doméstico, por lo que era fundamental para las curadoras ver los objetos dentro de su contexto histórico, como los hogares de los diseñadores, arquitectos y artistas.

“Si nos quedábamos sólo con el archivo o en un texto, sólo veíamos un tercio de la historia (de las piezas) y para nosotras era muy importante ver todo el panorama de estos objetos en contexto, que a veces es muy difícil traer esta idea (de lo doméstico) a una galería, pero por eso lo compensamos con proyecciones de imágenes”, agrega Forment.

La muestra precisamente arranca con el núcleo “El hogar como laboratorio de la vida moderna”, donde las casas se convirtieron en espacios de experimentación con materiales, soluciones y formas de vida para arquitectos y diseño en un momento en el que contexto sociopolítico posterior a la Segunda Guerra Mundial marcara un cambio en la cultura visual.

En las proyecciones que menciona Forment se mostrarán imágenes de la Casa de vidrio, de Lina Bo Bardi (Brasil); Casa sobre el arroyo, de Amancio Williams (Argentina); la casa del arquitecto mexicano Enrique Yáñez, con muebles de Clara Porset (México) y Casa Pampatar, de Alfredo Boulton, con muebles de Miguel Arroyo (Venezuela).

El siguiente núcleo de la muestra es “Incorporando el modernismo: la silla B.K.F”, que tiene como protagonista la silla creada por el trío de diseñadores Antonio Bonet (Barcelona), Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy (ambos de Argentina), que en 1940 pasó a ser parte de la colección del MoMA y a finales de esa década la empresa Knoll la produjo en serie, llegando así a los hogares de estadounidenses y latinoamericanos.

El tercer núcleo es “Más allá de las fronteras: los círculos creativos de América Latina”, donde ya se habla del diseño como una profesión, pero que no se da de forma independiente, sino en el contexto de la integración plástica, la síntesis de las artes y diálogos entre disciplinas.

Finalmente, el último núcleo es “Creando un legado colectivo: de taller local a industria nacional”, donde se aborda cómo la industrialización impulsó el diseño, sin sacrificar el diseño artesanal, y cómo se apostó por la producción nacional.

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“Manifiestos de expresión”

Gran parte de las piezas expuestas pertenecen a la colección, como el icónico Butaque de la cubano-mexicana Clara Porset; la Bowl Chair, de la brasileña Lina Bo Bardi y una silla del argentino Alberto Churba, que para el museo fue casi como un descubrimiento en su depósito, pues estaba mal categorizada y será la primera vez que se exhibirá al público. “Se llama la Silla Cinta, tiene colores estridentes y habla de los avances tecnológicos de la región, pues tiene un laminado único y aborda la forma lúdica con la que el cuerpo se relaciona con el diseño”, detalla Forment.

También en esta ocasión se muestran nuevas adquisiciones del MoMA, que son sillas de Michael van Beuren (mexicano), Ricardo Blanco (argentino) y Cornelio Zitman (venezolano). Las sillas predominan porque más allá de que son fáciles de almacenar, Mallet explica que son ideales para experimentar materiales, soluciones, tamaños. “Son manifiestos de expresión individual”, agrega Forment.

Para la muestra también se pidieron piezas prestadas, lo cual fue un reto de logística porque los gobiernos están en transición, las direcciones de los museos cambian y las leyes también. Por ejemplo, Venezuela fue de donde más se complicó conseguir los préstamos, por las cuestiones políticas ya conocidas.

De hecho, no es la primera vez que el ambiente político repercute en temas del diseño.

“Las piezas revelan las oscuridades de la historia latinoamericana que no podemos ignorar. Por ejemplo en el caso chileno tenemos una sillita de Gui Bonsiepe que se hizo durante el periodo de Allende y estos diseños nunca se concretaron porque se vieron interrumpidos por el golpe de Estado de Pinochet. Lo que mostramos en la galería es un prototipo. El diseño juega este rol de barómetro de la sociedad”, dice Amanda Forment.

“Es justo el momento en que estos países desarrollan sus proyectos de nación, hay una búsqueda de identidad nacional en estas piezas. Pero también vemos cómo estos países se estaban entendiendo como territorios, por ejemplo con los materiales como la madera, o las técnicas, como los tejidos de palma, y entender sus técnicas ancestrales e incorporarlas al diseño”, agrega Mallet.

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Reivindicación de las diseñadoras

La exposición también presta particular atención a las mujeres diseñadoras. Por ejemplo, se exhibirá un tapiz de Madalena Dos Santos Reinbold, quien era empleada doméstica y ahora legitiman su trabajo.

“No se conoce mucho su trabajo fuera de Brasil y nos enorgullece ponerla en la galería junto a otros diseñadores más reconocidos y así celebrar su trabajo, que no se había mostrado en Estados Unidos”, agrega Forment.

También se mostrará una pieza textil de Marlene Hoffman, colombiana, de la que se conoce poco de su obra y tampoco se había mostrado en Estados Unidos.

“Hay muchas mujeres. Cuando viajamos e investigamos nos dimos cuenta que hay muchas diseñadores que estaban en el entorno doméstico. Tenemos muchas mujeres. Desde un inicio quisimos que hubiera paridad. También hay muchas diseñadores en la muestra que son conocidas por sus maridos y no queríamos dejarlas como ‘la pareja de’, sino celebrarlas a ellas solas por su calidad de diseño y destacar su individualidad”, explican las curadoras de la exposición.

Entre este grupo de diseñadoras se encuentran los nombres de Colette Boccara, Gego, Ana Mercedes Hoyos, Lidy Prati, entre otras.

Crafting Modernity: Design in Latin America 1940-1980 estará abierta hasta el 22 de septiembre en el MoMA de Nueva York.

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