Artes escénicas

“La danza ha perdido a su famoso público cautivo”

Para la profesora que ha formado varias generaciones de bailarines, es necesario que se fortalezca la profesionalización de la disciplina, mayores estímulos y más difusión al sector

La coreógrafa Rossana Filomarino fue distinguida recientemente con el Premio Nacional de Artes y Literatura que otorga el gobierno federal. Foto: LUIS CORTÉS. EL UNIVERSAL
10/11/2018 |00:20Alida Piñón |
Redacción El Universal
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ana.pinon@eluniversal.com.mx

La bailarina, coreógrafa y maestra Rossana Filomarino es una de las figuras más sólidas de la danza contemporánea en el país, formadora de varias generaciones de bailarines y ganadora de múltiples premios. Recientemente fue distinguida con el Premio Nacional de Artes y Literatura que otorga el gobierno federal. Con más de 50 años de trayectoria, dice, seguirá “arando y echando semillas”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Filomarino, creadora de más de 70 coreografías presentadas en México y el extranjero, y fundadora en 1991 de la compañía Dramadanza, habla de los retos del próximo gobierno en cuanto a la danza. Asegura que es necesario que se fortalezca la profesionalización de la danza, que haya mayores estímulos, que se cree un centro de investigación dedicado al quehacer nacional y, sobre todo, que haya una mayor difusión de las producciones dancísticas.

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“Con este premio he recibido felicitaciones de mucha gente y eso me hizo muy feliz. Ahora quiero dedicar parte de mi tiempo a dar charlas a jóvenes sobre lo que puede ser una vida dedicada a algo con fervor, ética y pasión, porque no lo saben, quiero prender luces por ahí. ¿Qué más puedo hacer? Eso y seguir con mis obras. He estado 50 años en la danza por necedad, de la buena”, dice.

¿Se necesitan más incentivos institucionales para la danza?

Sí. Falta bastante. En la danza no tenemos premios suficientes, sólo existe el Premio Nacional de Danza que entrega el INBA, el reconocimiento Una vida en la danza, y el concurso INBA-UAM; que yo sepa es todo lo que existe a nivel nacional. Es necesario que existan más incentivos para los bailarines, para los jóvenes coreógrafos y para los maestros con cierta trayectoria. La danza siempre se ha considerado una disciplina menor frente a las demás, siempre ha estado en desventaja respecto a otras. La danza no es un arte popular, el ballet sí tiene premios internacionales y existen muchos concursos, pero la danza contemporánea tiene otra realidad. Hubo un momento en que sí penetró en la cultura mexicana en la primera mitad del siglo XX, había un movimiento, hoy se ha orientado en varias direcciones, ya no hay un movimiento, hay muchas ramas.

¿Eso es bueno o malo?

Es bueno que haya diversidad, siempre será bueno, pero se han diluido los referentes, el público si no sabe qué es lo que irá a ver a un teatro, no va. El famoso público cautivo ya no existe para la danza, el que teníamos lo hemos perdido. Son muy complejas las razones de por qué lo perdimos y tienen que ver con cosas como la programación, el uso de los espacios teatrales, el poco número de funciones, entre muchas otras cosas. Cuando el número de funciones eran muchas más yo sí tenía un público que sabía qué es lo que iba a ver, sabía que no iba a divertirse sino a ver a una propuesta escénica bien realizada que podía gustarle o no, pero que sí tenía calidad.

Hay maestros que dice que los bailarines han dejado de saber por qué se mueven de tal o cual manera, y que necesitan un mayor bagaje cultural.

Estoy de acuerdo, pero creo es un asunto de educación con alcances globales. Recibo estudiantes universitarios, pero tienen un nivel cultural bajísimo, con deficiencias como escribir con faltas de ortografía y que han arrastrado desde la educación básica. Creo que un coreógrafo y un bailarín deben tener una cultura muy vasta y tienen que ser partícipes de su entorno social, en la colectividad y ser críticos de su ambiente, y para ello necesitan tener referentes culturales. La globalización, el Internet, sólo han facilitado el conocimiento instantáneo, y para ser artistas necesitamos conocimientos que se adquieren a partir de una reflexión profunda.

Hay bailarines que hablan de la necesidad de seguir expandiendo las posibilidades técnicas.

Claro, el problema es que no aprenden antes de expandirse porque no tienen cómo ir más lejos. El cuerpo necesita ser afinado con muchos años de estudio. Ahora hay licenciaturas de cuatro años y parten de cero. Para mí, un bailarín no se forma en ese tiempo, sólo se gradúa una persona con ciertos conocimientos pero de ninguna manera se le puede considerar un profesional. Uno de los problemas a resolver, y ojalá la próxima administración lo haga, es insistir en la profesionalización de la danza. Es un tema complejo, pero tenemos que comprender que el goce estético es parte la vida humana y la danza no cuenta con la difusión que necesita para llegar a una mayor parte del país; por otro lado, están los bailarines que no tienen en dónde trabajar... escuelas de educación básica serían uno de los espacios para ello. Ojalá la danza fuera parte de las actividades escolares, está muy bien que haya danza folclórica, pero con la danza contemporánea también podrían comprender más su cuerpo y tendrían una herramienta más para el crecimiento intelectual.

Hay una transición democrática, ¿qué podría aportar la danza para generar un cambio?

Nuestros conocimientos. Creo que la próxima administración de Andrés Manuel López Obrador está dispuesta a escuchar, algo que, me parece, no había sucedido salvo en casos de excepción. En los siguientes días habrá una mesa de diálogo dedicada a la danza a la que planeo ir. Me parece que están buscando a personas que saben de los temas y que no están buscando una carrera política; nosotros tenemos los conocimientos, ellos podrán tener los medios para implementar proyectos.

Sobre la profesionalización, ¿también se refiere a que la propia comunidad debe aprender cuestiones como la gestoría?

Vamos a decir que yo tengo un proyecto y no sé cómo lo voy a concretar. Recibo el apoyo, digamos, del Fonca. Hago la obra, se estrena y sólo puedo dar tres funciones. Esto es una realidad fuera de toda lógica. No sólo tenemos que producir, tenemos que hacer circular los bienes culturales. Además, la danza ya se está haciendo con máximo seis o siete bailarines, si uno quiere 11 ya nadie te escucha, y si además quieres hacer una escenografía... tienes que mejor olvidarte de la idea. La producción está cambiando, está muy bien que haya apoyos, lo que se debe fortalecer es la difusión. Tengo una obra, tributo coreográfico a las muertas de Juárez, tuvo 50 representaciones, tenía una escenografía pesada y compleja, eran 15 bailarines; antes podías hacer algo así, ya no, y se tiene que poder de nuevo.

¿Sabe qué hará con su legado y acervos?

No. El otro día pensaba en qué haré con todo lo que tengo y que no está ordenado. Empecé a hacerlo, en un año sólo ordené cuatro años de 50 de trayectoria. No puedo sola. Si no se ha podido hacer nada con el acervo de Guillermina Bravo, que es tan importante, ¿qué puedo esperar yo? Algún día haré un libro porque sí creo que es importante conservar la memoria. Hay críticos e investigadores que escriben la historia según sus gustos y amistades, y eso está mal porque la historia no está completa, de modo que es importante rescatar la memoria. No quiero entrar en polémica pero ya tenemos una institución que debería de hacer eso, pero sus intereses son de otro orden. Me duele muchísimo que el archivo de Guillermina no se haya digitalizado y distribuido por el país, yo asumí ese compromiso con la memoria de ella, pero no se ha podido hacer.

¿Esta es otra demanda para la siguiente administración?

Por supuesto, insistiré en ello, se puede crear otra institución que lo pueda hacer. Hay centros de investigación y necesitamos un centro dedicado a la historia, quizá esto es lo que hace falta.

El gremio dancístico resiste cierre de espacios, de compañías.

Sí, Lidya Romero hizo un programa con el lema “la danza es una especie en extinción”. Ya no es así, ahora estamos en pauperización. Existe el Fonca, pero debe de haber una manera para que las empresas, la gente con mucho dinero, pueda otorgar parte de sus impuestos al arte.