La Cuarta Transformación llegó popular en términos y etiquetas lingüísticas ingeniosas. El mismo nombre “Cuarta Transformación” es evidencia, y el famoso “Me canso ganso”, con el que se inició el sexenio, también.

Pero se volvió costumbre dirigir estas etiquetas a los que se atreven a plantear críticas al Gobierno. Se les llama “fifís”, “los adversarios”, “los conservadores”, “los hipócritas”, entre otros. Veo dos grandes problemas en este tipo de comunicación gubernamental: se incita a perder tejido social, y se censura indirectamente a la crítica.

El tejido social implica la cohesión de una sociedad, es decir, la identidad y orgullo que sentimos por ser mexicanos. La Universidad Iberoamericana en su estudio “Educar para reconstruir el tejido social” de 2015, afirma que la violencia atenta contra el tejido social y trastoca los parámetros éticos, incluso si se trata de violencia ideológica y lingüística.

Cuando se usan nombres que dividen a los mexicanos en dos bandos, como en este caso, se incita a la violencia, porque nos contemplamos como enemigos, lo que quebranta nuestra armonía social y nos pone en desacuerdo para trabajar juntos.

Además, este tipo de comunicación entraña intolerancia y censura a la crítica y oposición. El Presidente siempre afirma que es “respetuoso” con quien opina distinto que él, pero eso después de haberle lanzado una ofensa. Por ejemplo, en la Conferencia mañanera del 18 de abril, pronunció este mensaje: Tiene que haber más imaginación en nuestros adversarios, en la prensa fifí, en sus columnistas, y que nadie sienta que le estamos faltando al respeto.

Con este tipo de actitudes, se confunde a las personas haciéndoles pensar que es respeto lo que es ofensa, y se invita a que los mexicanos también nos comportemos así de intolerantes, por lo que la autocensura en cada individuo se vuelve cada vez más frecuente, pues preferimos callar y no criticar, para evitarnos discusiones con amigos, familia y compañeros de trabajo. Sin embargo, la crítica es necesaria. En política y en cualquier ámbito, es lo que permite el perfeccionamiento de lo que hacemos.

Una plena libertad de expresión requiere respeto hacia las personas que disienten, y aunque todos tenemos derecho de réplica, la defensa de nuestra postura debe ejercerse sin agredir de manera personal a quien no comparte nuestras opiniones.

Es válido y necesario expresar nuestro desacuerdo hacia las decisiones gubernamentales, porque ello nos previene del autoritarismo. Es válido también expresar apoyo, y reconocer cuando las políticas son acertadas. Lo importante, en ambos casos, en contar con evidencias y fundamentos, y no valernos sólo de juegos de palabras.

Los mexicanos no somos, ni podemos ser enemigos. El deseo común a todos es tener un buen país. Por eso, mantengamos una postura tolerante a quien piensa distinto a nosotros: hagamos debate, pero que impere la argumentación, no la descalificación.

Mandatarios gubernamentales: no es conveniente forjar mexicanos adversarios consigo mismos. Dejemos de emplear lenguaje que incendie los ánimos en dicha dirección.

sofiglarios@hotmail.com
Maestra de primaria en la escuela pública “J. Jesús Ventura Valdovinos”, Villa de Álvarez, Colima. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO).

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