Estamos superando la etapa de emergencia e iniciamos la reconstrucción en las zonas afectadas por los sismos del 7 y 19 de septiembre pasado.
Si hoy estuviéramos frente a una línea de tiempo, observaríamos que en un breve lapso, de dos a tres semanas, sociedad y gobierno registramos las primeras cifras de los daños por el movimiento telúrico en Oaxaca y Chiapas. Fue un trabajo conjunto y responsable que tuvo lugar en los campamentos, en las palapas y en medio de las viviendas colapsadas. Hubo propuestas, reclamos y entendimiento para superar la emergencia, lo más importante: construimos acuerdos. Llegamos al consenso.
Fue así como decidimos trabajar para elaborar un censo de daños. Habitantes y autoridades contamos los daños materiales, personales y patrimoniales, entre otros. Los resultados de esta etapa previa a la reconstrucción los conoció la sociedad mexicana el 27 de septiembre, en un informe dado a conocer por el Presidente de la República. Hablamos de 120 mil viviendas con daños parciales o totales.
En nuestra línea de tiempo anotaríamos también que, a una semana de conocer los resultados del censo, iniciamos con la entrega de los apoyos económicos a la población afectada en ambas entidades.
Hoy continuamos en nuestra hoja de ruta. El Presidente de la República ha instruido que durante el mes de noviembre se acelere la entrega de recursos a las familias afectadas.
La reconstrucción tiene como finalidad recuperar, mejorar todo aquello que los sismos destruyeron: viviendas, clínicas, escuelas, carreteras, centros académicos, iglesias, edificios públicos y monumentos históricos.
Sin embargo, existe otra dimensión, quizás no tan visible y cuantificable. Me refiero a la reconstrucción social, con la que se logra la rearticulación de las relaciones sociales que identifican la vida comunitaria y que está vinculada a la activación económica y productiva de una sociedad.
Esta otra reconstrucción tiene sus cimientos en la participación social y es legítima y auténtica en la medida en que se ha abierto a la opinión, a la argumentación de todos y a la horizontalidad en la toma de decisiones.
Esta reconstrucción social se decide también en nuestras reuniones de seguimiento y evaluación, allá en los municipios dispersos de Chiapas o de Oaxaca, donde la población directamente afectada nos habla de sus exigencias, sabe a qué tiene derecho y cómo habrá de sumarse al proyecto.
Han sido debates abiertos a todas las propuestas y transcurren a la luz de todos los medios. En ellos se escucha a los ciudadanos en uso de sus derechos sociales y colectivos, cuestionan a las autoridades y los representantes de los gobiernos proponen acciones enmarcadas en el Estado de derecho. Es así como acordamos conjuntamente con la ciudadanía mecanismos de pago para apoyar a las familias cuyas viviendas resultaron con afectaciones totales o parciales.
¿Cómo explicarnos esta forma de trabajo para enfrentar la adversidad? Los sismos ocurrieron en el México actual donde nuestro sistema democrático nos obliga a la polémica y a la construcción de acuerdos.
No podría ser diferente porque un evento de esta magnitud podría también transformarse en un conflicto social. Sin embargo, sociedad y gobierno sumamos esfuerzos y hemos hecho prevalecer la razón y la gobernabilidad en la reconstrucción.
Sin duda, la reconstrucción social debe ser el resultado de una práctica democrática. Ello explica que la sociedad mexicana conoce hoy el tamaño y las secuelas del sismo, el origen y los recursos destinados a la recuperación y la transparencia en las decisiones. En una democracia, sociedad y gobierno deciden las acciones de la reconstrucción social bajo la observancia de todos. Cada una de estas acciones fortalece la gobernabilidad que, sin duda, nos aleja de otro tipo de daños sociales y lo más importante, nos impulsa a la reconstitución del tejido social familiar y comunitario.
Por ello, hoy reitero lo dicho por el Presidente de la República durante su recorrido por la localidad de Paredón, Chiapas, el 30 de octubre: “Con el trabajo activo y vigilante de la comunidad vamos a la reconstrucción”.
Secretario de Desarrollo Social