Muchas páginas y tinta han corrido a lo largo de las últimas semanas luego de la noticia del fallecimiento del célebre piloto austriaco, Niki Lauda, el pasado 20 de mayo en Zúrich, Suiza, y que fue sepultado hace unos días en su país.

Y es que el guión que siguió el curso de su vida fue precisamente el de una leyenda... Una leyenda escrita con sangre, sudor, lágrimas y mucho éxito, suficientes como para dejar un legado de tres campeonatos como piloto de Fórmula Uno, y ocho títulos como asesor técnico y accionista de Mercedes (cuatro de pilotos, con Lewis Hamilton y Nico Rosberg, y cuatro de constructores). Fue de esos personajes que teniendo un futuro asegurado —provenía de una rica familia de hombres de negocios—, probó las mieles de la velocidad y apostó por más, comprando literalmente su asiento en el equipo BRM en 1974, después de incursionar en la Fórmula Vee , así como en Fórmula 2 y 3, asentando un talento natural no sólo para pilotar, sino para desarrollar técnicamente los autos.

Su llegada a Ferrari en 1974 le permitió demostrar dichos talentos, logrando su primer campeonato del mundo un año después. Pero, como todas las grandes leyendas en un momento de sus vidas, fue puesto a prueba. Ese momento fue el accidente que tuvo en 1976 en el Gran Premio de Alemania, en la pista de Nürburgring , en donde tras impactarse en una curva su auto se incendió, produciéndole terribles quemaduras que lo dejaron marcado de por vida. Pero Lauda regresó a las pistas en un enorme cuarto lugar en su primera competencia después del percance.

El otro momento que también lo marcó fue su rivalidad con el inglés James Hunt, la cual estaba como contexto a su accidente en Alemania. Finalmente, Lauda perdió el campeonato de ese año al retirarse en la última carrera de la temporada, el Gran Premio de Japón , debido a las malas condiciones de visibilidad, cediéndole la corona a Hunt, su gran rival. Muchos lo criticaron fuertemente. El mexicano Jo Ramírez , fue uno de ellos: “Sólo necesitaba [Lauda] acabar adelante de James Hunt , pero decidió renunciar y perdió el campeonato. Nunca pude entender su decisión”.

Sin embargo, Niki le dio a Ferrari un nuevo campeonato al año siguiente, en 1977, aunque la relación con el equipo quedó rota por el abandono en Japón, lo cual nunca le perdonaron. De manera fortuita, le dio a la escudería italiana cinco campeonatos más años después, cuando un sabio consejo salió de su boca en 1993, siendo asesor del equipo: “Si quieren ganar, contraten a Michael Schumacher” ... El tiempo le daría la razón.

Fue así como la historia de Andreas Nikolaus Lauda llegó a su final este mayo, a los 70 años.

Directo, seco, honesto, magnético, imbatible, sonriente. Ese fue Lauda. No queda más que disfrutar el legado de su historia, reflejada vehemente en la película Rush o narrada por él mismo en el libro To hell and back. Quedarán colgados como homenaje, sus audífonos e inconfundible gorra roja en las paredes del equipo Mercedes .

Tschüss (hasta luego) Lauda.

deportes@eluniversal.com.mx

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