Crecieron juntas y se mantuvieron cercanas por más de cuarenta años. Tamara nunca tuvo hermanas, pero creó un lazo de sangre por elección con Ana, un fuerte vínculo que solo el pudo romper abruptamente. Todo sucedió demasiado rápido: fue diagnosticada en diciembre del año pasado, pero no pudo ver un nuevo año; falleció dos semanas después de haber sido hospitalizada de emergencia.

 5 millones  de muertos en 200 países como consecuencia del Covid-19 es lo reportado.

Tamara se cansó de insistirle a su amiga sobre la necesidad de ir con un especialista, pero se aguantó hasta que las complicaciones eran demasiadas. Ella había sido el testigo más fiel de su existencia. Era la madrina de sus dos hijos y una amiga solidaria que le ayudó a sobreponerse al cáncer de mama. Habían hecho planes de abrir un negocio juntas y de seguir viajando después que todo pasara. La pandemia les cortó el paso y Tamara no pudo volver a sonreír en meses después de la muerte de Ana.

En este sentido, la tanatologia subraya su utilidad para afrontar las pérdidas. Se trata de una disciplina que integra diferentes perspectivas, como la psicológica, biológica, social y espiritual. Las raíces de la palabra evidencian sus objetivos: thanatos (muerte) y logos (estudio o tratado); dos conceptos que se integran para proporcionar ayuda profesional a una persona que esté viviendo algún tipo de pérdida o un paciente (o familiares) en etapa terminal de alguna enfermedad.

Diferentes tipos de pérdidas

Para la maestra Guadalupe Medina, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, la tanatología es una ciencia que nos habla de la muerte, en el sentido de hacer conciencia y aceptarla desde la vida.

“Es la conciencia de que podemos disfrutar de la vida porque existe la muerte y es importante porque eso intensifica nuestro concepto de vida”. Añade que esta temporada en que se le rinde homenaje a los muertos, pero sobre todo atravesando aún tiempos de pandemia, se intensifica la reflexión sobre las perdidas que cada quien vive de manera diferente.

“La pandemia nos enfrentó a pérdidas de diferentes tipos, no solo de muertes, sino pérdidas de nuestra vida previa, incluso hoy intentamos seguir recluidos y no podemos bajar la guardia. Parecería que esta situación puso más a la vista el concepto de pérdida en un conjunto que se acumula”, asegura Medina, aunque agrega que en realidad toda la vida estamos teniendo cambios y, en cierto sentido, las pérdidas siempre pueden traer una ganancia.

“La muerte de los hijos es lo más complejo de resolver, más que de cualquier otro familiar porque de alguna manera va contra los tiempos de la naturaleza”: Guadalupe Medina,  Académica de la facultad de Psicología de la UNAM.

“Desde la infancia nos enfrentamos a barreras donde la vida cambia, pero las atravesamos y hay un constante movimiento y una constante necesidad de adaptación a lo inminente. La adaptación es aceptación”.

Entre algunas de las asociaciones civiles en México que imparten esta especialidad se encuentran el Instituto Mexicano de Tanatología y la Asociación Mexicana de Tanatología, donde además de temas ligados a la tanatología, también se dan conferencias sobre cuidados paliativos, bioética y violencia de género. La psicóloga sostiene que se puede salir del duelo sin la ayuda de un tanatólogo o de algún psicólogo que trabaje duelos cuando se acepta la pérdida, pero cuando hay resistencia a vivir el duelo, entonces se atora el proceso y es importante buscar ayuda.

“Hay gente que le cuesta mucho trabajo porque no acepta que su ser querido murió; no quiere continuar con la vida y ante el encierro se requiere ayuda profesional, el apoyo de alguien que pueda facilitar este proceso de aceptación que también es el camino de la salud. Cuando yo acepto que murió un ser querido o que he vivido con muchas limitaciones inesperadas, entonces me adapto a lo que la vida me está presentando y puedo aceptar este proceso temporal. Cuando lo acepto, lo resuelvo. La resistencia puede generar un duelo patológico”.

1 año o unos meses es el periodo de duelo por una pérdida; pero depende del vínculo y de cada persona.

Para los especialistas, la negación pretende ocultar el dolor negando el hecho y eso es algo que se puede percibir no solo en las muertes de seres queridos, sino incluso en la negación de una enfermedad o hasta en la aceptación del virus que llegó para trastornar las rutinas.

“Cada quien tiene su tiempo y depende mucho del tipo de perdida a la que nos enfrentemos. Si hablamos de muerte, depende del afecto y del tipo de vínculo que teníamos con la persona. Si el vínculo era superficial, se puede pasar el proceso rápidamente. Si era muy fuerte, el duelo es más complejo. Se puede decir que es un proceso de meses, máximo un año. La muerte de los hijos es lo más complejo de resolver, más que de cualquier otro familiar porque de alguna manera va contra los tiempos de la naturaleza; se espera que primero mueran los más viejos, así que aceptar la pérdida de un hijo es lo más difícil. Hay personas que pueden pasarse años en este proceso”.

En el caso de los niños que han sufrido alguna pérdida, la especialista señala que se debe dejar que vivan el duelo.

“Desgraciadamente hay una tendencia a apartarlos del sufrimiento, del conocimiento de la verdad. En el caso de un deceso, es importante no ocultarlo. No está mal que nos vean llorar porque es una forma de darles la oportunidad de que lloren con nosotros y sentir el abrazo, la perdida, de abrirles la puerta para que sean capaces de expresar sus emociones”. Guadalupe Medina asegura que cuando se trata de aislar a los niños e inesperadamente se enfrentan a la ausencia, es más difícil entender la muerte.

“Salud es saber lo que nos está tocando vivir y no resistirnos; adaptarnos a esos cambios, a esas transiciones que la vida nos pone constantemente”.

“Los niños pueden sufrir menos una muerte que un adulto por una razón lógica: tienen menos tiempo en el planeta y los tiempos de ligas y vínculos son más cortos, pero hay que intentar que entiendan y enfrenten a su manera este proceso. No tenemos que detallar lo que pasó, pero sería necesario explicar costumbres como el velorio y el entierro, y mostrar la importancia de la presencia del ser querido en nuestros pensamientos”.

La importancia de los ritos

Precisamente para los especialistas en tanatología, las ceremonias de despedida permiten crear una etapa a nivel emocional para empezar a elaborar el duelo, pero muchos de estos ritos se trastornaron con las medidas de emergencia por el Covid-19, así que se tuvieron que reinventar los rituales a nivel social con la ayuda de la tecnología; pero también a nivel individual con la ayuda de ritos simbólicos como herramientas para simbolizar tanto miedos como esperanzas que se constituyen, en cierta forma, en una forma de recuperar un poco el control ante la incertidumbre.

Para Medina, las medidas de distancia nos han impedido expresarnos y acompañarnos físicamente, pero considera que en la actualidad podemos abrazarnos manteniendo medidas de higiene, como abrazar a los otros sin quitarse el cubrebocas y sin acercar los rostros. “Los latinos somos muy de contacto y nos afecta emocionalmente esta falta de interacciones”.

Enfatiza que desde el confinamiento integramos nuevas estrategias para vivir nuestra vida. La gente se comenzó a adaptar y a que no todo tenga que ser presencial, pero también hay un agotamiento, un estrés y que esta es la parte de riesgo, en la que no debemos quedarnos. “La ganancia es reconocer que nos podemos adaptar nuevamente y aceptar lo que la vida nos está dando. Salud es saber lo que nos está tocando vivir y no resistirnos; adaptarnos a esos cambios, a esas transiciones que la vida nos pone constantemente”.

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