En la primavera de 1838, Charles Darwin pasaba largas horas frente a la jaula de Jenny, una orangután del Zoológico de Londres. Apuntaba con precisión cada movimiento y reacción del animal. Le sorprendió particularmente una rabieta que hizo el animal cuando uno de sus cuidadores le ofreció una manzana para luego quitársela sin explicación. Sus observaciones sobre un animal decepcionado por la actitud de su cuidador, llevaron al naturalista a pensar que la empatía, y la idea del bien y el mal, son sentimientos que compartimos con los animales; incluso una parte del pensamiento humano que se preocupa por la ética y la justicia, también está inmersa en la naturaleza.

La Sociedad Zoológica de Londres tenía claro su objetivo: estudiar a los animales en relativa libertad. Así, dos años después de su fundación en 1828, crea el Zoológico de Londres con la donación de la Real Colección de Animales por parte del Rey Guillermo IV. Además de su función en investigación de la fauna, fue admitido el público para ayudar a su financiación. Este zoológico concentra en sus casi dos siglos de historia, la evolución de estas instituciones, de ser colecciones para el entretenimiento de las clases poderosas a instituciones de investigación y concientización sobre la conservación de las especies.

El London Zoo es una de las instituciones más antiguas, aunque antes abrieron dos legendarios zoológicos europeos: el Tiergarten Schönbrunn (1752), asentado en Viena que empezó como una colección de animales reales, símbolo de la extravagancia real austriaca; y el Zoológico del Jardín de las Plantas, abierto en 1794 en el centro botánico de Ménagerie, París.

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Hay registros históricos de colecciones de animales en Mesopotamia y Egipto que datan del año 2 mil 500 a. C. En el continente americano, existían colecciones de fauna antes de la llegada de los europeos, como el Jardín de las Fieras de Moctezuma, que reunía animales para el disfrute de los monarcas y la nobleza, pero es en el siglo XX que inicia la historia de los zoológicos en América.

La utilidad de los zoológicos

El Zoológico de Chapultepec acaba de cumplir un siglo de vida. Inaugurado el 6 de julio de 1923 por el biólogo mexicano Alfonso Luis Herrera, reabrió sus puertas en 1924 con una colección de 243 animales. Ha sido hogar de doce pandas gigantes y lucha por mantenerse vigente con sus más de mil ejemplares que hoy lo integran, pero aún está muy lejano de los estándares mundiales, sobre todo por presupuesto.

Casi de la misma edad es el Zoológico de San Diego (1915), que cuenta con 800 especies y ha criado a casi 200 en peligro de extinción, reintroduciendo a 50 a su hábitat natural.

Aunque hay voces en el mundo que claman por la desaparición de los zoológicos, los especialistas subrayan su importancia y aportaciones en ciencia y conservación de los ecosistemas.

Fuente: Elaboración propia
Fuente: Elaboración propia

El doctor Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, asegura que los zoológicos juegan un papel importante en la conservación. “Al exhibir animales se puede concientizar sobre su importancia en los ecosistemas. Una de las cuestiones fundamentales es que los parques donde hay fauna tienen una gran demanda porque nos gusta la naturaleza. Es algo que traemos en el DNA. Hemos evolucionado en áreas con fauna, que nos ha acompañado en la historia de nuestra evolución”.

Para Ceballos los zoológicos juegan un papel importante y dan una enorme variedad de aportaciones. Subraya su labor en la difusión de la importancia del reino animal con instituciones que son referentes en la actualidad por sus proyectos en conservación, como el caso del Zoológico de San Diego y sus múltiples proyectos de reproducción en cautiverio para luego integrar especies a la vida silvestre, como el rescate del Cóndor l de California que finalmente ha logrado reproducirse con éxito en vida silvestre en México y EU. “Si bien, no podemos esperar que todos los zoológicos tengan ese componente, su papel de difusión sigue siendo válido y en términos humanísticos y científicos, esto tiene un papel sumamente importante en la sociedad”.

Estándares de supervivencia

El Sistema Internacional de Inventario de Especies (ISIS) calcula un total de 15 mil especies concentradas en los zoológicos, aunque en todo el mundo solo 825 zoológicos reportan sus cifras. Ceballos apunta que los zoológicos no deben desaparecer, pero sí mantener y reportar estándares adecuados para la supervivencia de los ejemplares. “Lo que no debería de haber es zoológicos que no puedan cumplir con las necesidades mínimas de mantenimiento de las especies en condiciones correctas; es decir, hay lugares que no pueden tener elefantes porque no tienen las condiciones adecuadas para animales gigantes, pero no es una cuestión de cerrarlos, sino de adaptarlos para las especies que realmente puedan cuidar”.

Para el conservacionista, los espacios deben mantener fauna acorde a sus condiciones. Si es para exhibición, que no esté en peligro de extinción y elegir aquella que puedan mantener de una manera ética y biológica de acuerdo a su papel de difusión y conservación; y así eliminar las causas por las que una parte de la sociedad, de manera legítima, se siente incomoda con los zoológicos.

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“La gente que piensa radicalmente no soluciona nada, como cuando se dijo que los circos no debían tener animales y más bien la premisa era: ¿qué tipo de animales podían tener los circos y cómo mantenerlos? Era muy complejo mantener animales muy grandes y carnívoros, pero había muchos otros que podían cuidar. Con la dichosa ley para su prohibición, lo único que sucedió es que muchos de estos animales acabaron en las calles de una forma triste y poco ética. Se hizo una ley para complacer a un sector de la sociedad que no tenía una idea correcta de lo que significaban los circos. Ciencia y gobierno deben ser ejes rectores para tomar las decisiones adecuadas”.

El investigador subraya que es necesario entender y equilibrar la importancia de las diferentes estrategias de conservación que se dan en el mundo para mantener las especies. “Hay dos tipos de conservación: in situ y ex situ. La conservación in situ tiene muchas áreas importantes para esta función, como el caso de las áreas protegidas, como parques naturales y reservas de la biosfera, en donde hemos privilegiado que el uso de esos territorios sea de conservación, con una decisión de manejo del espacio de esas tierras en donde se privilegia fauna y flora silvestre. Los corredores biológicos deben ser áreas que conectan reservas y las integran”.

Gerardo Ceballos apunta que, por otra parte, los zoológicos cumplen con una función ex situ de conservación fuera de las áreas naturales, pero también de vital importancia.

De acuerdo con datos de la Profepa, en el país operan 95 zoológicos donde habitan alrededor de 20 mil ejemplares de 370 especies silvestres de aves, mamíferos y reptiles. Para celebrar un siglo de vida del Zoológico de Chapultepec, se enterró una “cápsula del tiempo” con diversos objetos, como cartas de trabajadores y visitantes, así como muestras de pelo de sus especies representativas, como la panda gigante Xin Xin con 33 años de vida y uno de los principales atractivos del lugar.

“Chapultepec ha pasado por diferentes etapas y es un lugar importante porque ayuda a concientizar a la población sobre la fauna poniendo a millones de mexicanos en contacto con animales silvestres. Lo que tiene que hacer es mantener estándares de mucha calidad en su manejo. Tendría que aspirar a ser el ejemplo de los zoológicos en México”, concluye Ceballos.

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