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La fila de estudiantes, académicos, jubilados y familias le daba varias vueltas al edificio principal del Instituto de Astronomía de la UNAM.

Entre 3 mil 500 y 4 mil personas se formaron por una hora o más para observar durante segundos la franja solar oscurecida por la Luna: el eclipse parcial que conmocionó al mundo y que en la Ciudad de México se pudo percibir por alrededor de dos horas.

Calurosa fue la tarde en que Olga Flores Miranda, abogada jubilada de 67 años, observó un eclipse por tercera vez en su vida. La primera ocasión fue en 1970, cuando tenía 20 años y el fenómeno pintó el cielo en tonos ocres. Después vino el eclipse total de Sol de 1991, que se sintió como una noche que cayó demasiado temprano. Señaló que en esta ocasión, el fenómeno no fue tan impresionante pero tiene esperanzas de ver el de 2024. “Espero llegar, es de lo mejor que te puede pasar en la vida, es impresionante. En 1970, mi papá me compró un cristal de soldador que todavía tengo”, contó.

Al final, después de la espera, los visitantes pudieron acercarse y observar a través de uno de los 14 telescopios colocados por los institutos de Geofísica y Astronomía, y por la Facultad de Ingeniería; pero no fue la única forma: hubo cajas para proyectar el fenómeno, los asistentes compartían lentes especiales y visores de soldador. Entre tanta tecnología, algunos se asombraban gracias a la proyección en dos hojas de papel, con cajas de cereal y cartoncillos agujerados. Marisol Rodríguez, de 27 años, y René Rivas de 28, ambos físicos, se veían contentos al usar esta técnica. Fascinados, ayudaban a otros a maravillarse.

Lo mismo pasaba con el resto de las personas que acudía a observar aunque fuera por unos minutos, se emocionaban, tomaban fotos y querían mirar otra vez. Entre ellos había científicos que explicaban una y otra vez la importancia del fenómeno y su particularidad, como Alejandro Farah, del Instituto de Astronomía, quien compartía detalles sobre el fenómeno.

La fila inició antes de las 11:00 de la mañana, cuando comenzaron las actividades. Cuando salía el sol había gritos de exclamación y cuando se escondía, la gente esperaba a que pasaran las nubes.

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