Desde el inicio de esta administración, las autoridades a cargo del (AICM) tuvieron informes de problemas estructurales de las dos terminales y comprometieron más de 2 mil millones de pesos para la “reestructuración y reforzamiento de cimentación y superestructura de estos edificios”.

Sin embargo, las obras no tienen ningún avance a la fecha, es decir, no se ha logrado “mitigar mediante mantenimiento preventivo y no correctivo, efectos del comportamiento no uniforme en el subsuelo”, revela un documento de 102 páginas obtenido por EL UNIVERSAL

Desde fines de 2019, las secretarías de Hacienda e Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, así como la dirección general del AICM, recibieron el análisis costo-beneficio: Obras para la reestructuración y reforzamiento de cimentación y superestructura de edificios terminales, de Francisco Luis Quiroz Pulido, encargado de la Dirección de Operación de la terminal.

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En el análisis detectaron que, “a lo largo del tiempo, sus dos terminales han sufrido hundimientos diferenciales y efectos del hundimiento regional” y que, por los asentamientos diferenciales, “se han reportado desplomes en ambas terminales”.

El documento detalla que en la terminal 1 (TI) se observó que el hundimiento regional y la proximidad con la formación rocosa conocida como Peñón de los Baños, provocan hundimientos diferenciales en los edificios que integran la terminal.

En la terminal 2 (T2), el hundimiento regional genera emersiones aparentes en los edificios cimentados sobre pilas desplantadas en los depósitos profundos, en terminal, estacionamiento y patio-hotel.

Además, la emersión trae consigo problemas de comunicación con los edificios.

En ese entonces, las autoridades encargadas del AICM explicaron que, debido al tráfico de pasajeros, se requieren recursos para dar mantenimiento correctivo y preventivo a los edificios terminales, a fin de determinar las acciones a seguir para mantener su funcionamiento.

Los hallazgos permitieron determinar que “de manera general, no se observan daños estructurales en los elementos estructurales principales tanto de la TI como de la T2”.

El miércoles pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador advirtió que el daño estructural en la T2 del AICM es tan grave que para solucionar el problema debería derrumbarse, construirla de nuevo o apuntalarla para que el siguiente gobierno tome una decisión.

El 23 de noviembre del año pasado, el director de Administración del AICM, Jordi Messeguer Gally, envió un oficio a la Unidad de Inversión de Hacienda para pedir un cambio de calendario en el proyecto Obras para la reestructuración y reforzamiento de cimentación y superestructura de edificios terminales, para tentativamente iniciar en enero de 2021, pese a que debieron arrancar en 2020.

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“El principal motivo de la solicitud se deriva de la necesidad de replantear la programación de los trabajos del proyecto. En este sentido, para 2022 se plantea realizar los trabajos más urgentes, los cuales corresponden a: restitución de capacidad estructural de trabas fisuradas, reparación contratrabas, cajón de cimentación de la T1 y a refuerzos de contratabas, muro perimetral y restitución de capacidad estructural de la T2”.

Para 2023, añade el oficio en poder de este diario, se ejecutarán los componentes relacionados con el sistema de pozos de bombeo en la T1 y se iniciarán los trabajos relativos a las pantallas deslizantes en la T2, los cuales concluirían para 2024.

Se tiene programado un gasto de 260.9 millones de pesos para 2022; 619 millones en 2023; y, 219.6 millones para 2024.

Hace justo dos meses, El Gran Diario de México reveló el estado de abandono del AICM por recortes presupuestales a 31 proyectos estratégicos de esta misma administración, los cuales buscaban fortalecer a la principal terminal aérea del país.

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