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México, así como todos los países latinoamericanos deben pensar en modelos económicos acordes a su realidad y no seguir recetas neoliberales, porque mostraron su fracaso, afirma el ministro de Economía y Finanzas Públicas de Bolivia, Luis Arce.

En entrevista con EL UNIVERSAL, dice que se requieren esquemas basados en la redistribución de la riqueza y en el control del Estado de recursos naturales, como la que permitió a Bolivia dejar de ser la cenicienta de la región.

Sobre la política que implementa el presidente Andrés Manuel López Obrador, afirma que va en “buena dirección”, porque se plantea reducir la pobreza, pero el problema es que se está muy integrado a Estados Unidos y se ha apostado a la globalización.

En México, “por años se han seguido las políticas [neoliberales] que dictaban desde el norte y creo que se ha perdido la estrategia, el papel que debe tener el Estado”.

Comenta que en Bolivia aplican el Modelo Económico Social Comunitario Productivo, con el que la pobreza bajó de 61% a 34% de 2005 a 2018; la desigualdad se redujo 0.14 puntos, al pasar de 0.60 a 0.46 en el índice de Gini; el porcentaje de la población con ingreso medio subió de 35% a 62%; además, se redujo la brecha de ingresos entre el decil más rico y el más pobre, de 128 veces a 40 veces.

Sin embargo, Arce explica que el Fondo Monetario Internacional no menciona los logros de la actividad porque no creen que lo económico debe relacionarse con lo social.

Para el ministro, los principios básicos que deben considerar los países es “acumulación del excedente económico con base en los recursos naturales. Lo importante es que los recursos estén en manos del Estado, no del sector privado y que el excedente que se genera se redistribuya en la población, esa es la receta”, asegura.

Arce expone que el Estado debe intervenir para corregir las fallas del mercado y ser dueño de los recursos naturales, sobre todo de los hidrocarburos: “No creemos en el libre comercio, porque no es la solución para los países latinoamericanos, pues estamos en desventaja”.

Por eso se hace un control del comercio exterior y no se permite la exportación hasta que no se satisface la demanda interna. Afirma que este modelo no aleja la inversión, al contrario se incrementó a cerca de 800 millones de dólares en Bolivia.

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