En el Comité Técnico Nacional de Capital Humano del IMEF, vemos que el trabajo como lo conocemos hoy, pronto dejará de serlo, las innovaciones en ciencia y tecnología, encaminan a un esquema disruptivo, obligándonos a cambiar la forma en la que vivimos, pensamos, nos relacionamos, trabajamos e interactuamos humanos y máquinas.

Lo anterior, nos reta a pensar en grande y a cambiar los paradigmas dominantes en temas de talento.

Pero, reflexionemos por un momento, ¿qué es lo que está afectando y cambiando al mercado laboral?, ¿qué fuerzas se hacen evidentes y cuáles son los conductores que harán imparable este cambio?

Al buscar respuestas para estas preguntas, se identifica plenamente a la automatización, aprendizaje de máquinas, inteligencia artificial y robótica.

Los avances tecnológicos, estarán eliminando las tareas rutinarias y predictivas de los trabajos, impactando incluso en dejar sin empleo a quienes hoy realizan actividades totalmente sujetas a la automatización o robots; por ejemplo, contadores, agentes telefónicos, cajeros, secretarias, asistentes, facturistas, choferes de transporte logístico, empacadores, auditores, agentes de viajes, vendedores de seguros, almacenistas, guardias nocturnos, entre otros puestos de naturaleza fundamentalmente administrativa y operativa.

Todo dependerá del avance tecnológico y la viabilidad que tengan las empresas para afrontar las inversiones requeridas y el retorno de la inversión.

Además, no sólo los puestos de trabajo se verán afectados, también lo serán industrias completas. Por mencionar algunas, tenemos a las industrias de la salud, sector bancario y servicios financieros, así como transporte, comida rápida y aseguradoras.

Esta situación próxima, además de implicar un cambio importante en el mercado laboral, pudiera tener un impacto favorable en el desarrollo de las personas y de la sociedad, siempre y cuando se definan y pongan en marcha políticas públicas que permitan a las empresas y a la academia desarrollar habilidades distintas en sus alumnos y en la fuerza laboral actual, a todos los niveles, pero sobre todo en la población más vulnerable, es decir, quienes cuentan con un bajo nivel de escolaridad y sus trabajos están relacionados con la mano de obra no especializada.

De acuerdo con el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza que recupera los ingresos por intervalos de salario (ITLP-IS) publicada por el Coneval, se observa que la pobreza laboral subió 4.6% del 3T-2016 al 3T-2017, a pesar de que en el mismo periodo con información del Cubo de Información del IMSS, analistas del Banco Interamericano de Desarrollo reporten que el crecimiento anual del PIB real sea de 1.6% y el aumento porcentual del empleo registrado con IMSS sea de un 4.3%.

Lo anterior es destacable para analizar con cuidado, ya que estamos en el sexenio con mejores resultados en empleo formal, al reportarse la creación de 3 millones de empleos formales por el IMSS y por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Cifra de la que es complicado saber si el empleo es totalmente nuevo o es a consecuencia de que una persona pasó del sector informal al formal, es decir, si tenía ya una actividad económica que le generaba un ingreso y que al formalizarse no logra salir de la pobreza laboral.

Por otro lado, a pesar de las cifras del llamado sexenio del empleo, la tasa de informalidad laboral ha disminuido pero el número de trabajadores informales ha crecido.

En tal virtud, es necesario que el sector privado invierta en programas específicos de capacitación y conversión de talento, para el desarrollo de las habilidades y competencias estratégicas previstas como futuras en su planta laboral, buscando que los esfuerzos se consoliden en el momento preciso, con la reasignación del puesto y funciones de los empleados a consecuencia de una evaluación objetiva de su desarrollo.

Los empresarios deben hacerlo, aprovechando primordialmente las políticas públicas que se implementen, ya que es una obligación y responsabilidad social que ayudará, por un lado, a que la misma empresa pueda afrontar los retos de escasez de talento a los que se enfrentará en el mediano y largo plazo, y por otro, como una contribución necesaria a la sociedad al dar su granito de arena para reducir los riesgos en inseguridad y desestabilización social que conlleva el incremento desfavorable en los indicadores de desempleo y pobreza.

Con estas cifras y con lo que se vislumbra del futuro del empleo, el Comité Técnico Nacional de Capital Humano del IMEF, lo invita no solo a reflexionar, también a actuar.

Presidenta del Comité Técnico Nacional
de Capital Humano del IMEF
patricia@calimeria.com

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