La generación de empleos formales se liga a la inversión y el crecimiento económico, pero no es su única condición, expone Sandra Martínez, del colectivo de investigadores México, ¿cómo vamos?

Por ejemplo, “Tabasco ha tenido un crecimiento impresionante”, que se debe a la inversión en la refinería de Dos Bocas, pero esto no se refleja en una menor informalidad ni en mayor progreso social, opina.

El contraste entre los estados del norte y sur tiene que ver con la posibilidad e intención de los empleadores de entrar en la formalidad desde el principio.

Los gobiernos locales pueden incentivar a que empresas se instalen en la formalidad con apoyos reales, sugiere Héctor Márquez, presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano.

Se habla de exentar por un tiempo el impuesto sobre la nómina, pero es tan pequeño (12% o 13%) que a los empleadores no les sirve, explica. En su opinión, se requieren incentivos fiscales más importantes para que las empresas globales o nacionales se animen a establecerse e invertir.

La informalidad provoca un aumento de las personas con ingreso insuficiente para cubrir el costo de la canasta alimentaria, lo que representa 40.1% de la población o cerca de 51.6 millones de personas, estima Sandra Martínez.

“A mayor informalidad, mayor pobreza laboral, ese es el principal costo, y es directo a las familias con menores ingresos”, agrega.

Héctor Márquez asegura haber platicado con funcionarios de la Secretaría del Trabajo y señala que detectó disposición de implementar medidas para avanzar en la formalidad.

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