La noticia de un manejo corrupto del sistema de salud en el Estado de Veracruz durante la administración de Javier Duarte y quizá haya sucedido algo similar en Chihuahua durante la administración del gobernafdor César Duarte, nos pone en perspectiva un grave problema moral: en México hoy no hay respeto por la dignidad humana.

El escándalo del suministro de medicinas apócrifas o vencidas a enfermos de cáncer en hospitales públicos de Veracruz y Chihuahua apenas empieza y no sería extraño que en otras entidades federativas también se descubrieran casos similares.

Nuestra mentalidad práctica y pragmática seguramente es causante de esta actitud cínica en el manejo de la salud, como lo es la sustitución de medicinas para el tratamiento del cáncer por otras apócrifas: “si de todos modos se van a morir, entonces para qué gastar más”.

Además, debemos añadir la compra en Veracruz de pruebas de VIH vencidas, lo cual puede significar que gente que tenía la sospecha de ser portadora del virus de inmunodeficiencia adquirida, al no dar positivo en la prueba, no haya recibido la atención médica necesaria e incluso esté transmitiendo este padecimiento a otras personas de modo involuntario, lo cual también es un caso de corrupción sumamente grave.

De este modo se roba al paciente el costo de las medicinas en beneficio económico de los funcionarios de alto nivel. Se roba a los pacientes una oportunidad de alargar la vida en espera de un milagro y se le roba al Estado Mexicano, quien invirtió un presupuesto para comprar las medicinas.

De todos los robos que se cometen en la administración pública, éste que involucra al sistema de salud, es el que tiene mayor significado y mayor gravedad. Además, es una afrenta a la pobreza de las víctimas.

El hecho de que las víctimas a las que se niega la oportunidad de esperar un milagro de la medicina sean gente de escasos recursos y sin capacidad de hacerse oir para denunciar, estimula esta actitud corrupta, pues saben los ladrones que a final de cuentas habrá impunidad, como siempre.

Pero no debemos quedarnos en la anécdota específica de estos casos, sino entender cómo se ha gestado esta actitud insensible e inhumana de funcionarios capaces de enriquecerse a costa del padecimiento humano.

Moralmente ésto es un asesinato en potencia. ¿Alguno de estos enfermos podría haberse curado si se le hubiesen administrado las medicinas correctas que el Estado Mexicano compró y él tenía derecho de recibir?.

De ese tamaño es el escándalo moral. Si uno de esos niños pudiese haberse salvado pero perdió la oportunidad, podríamos hablar de asesinato culposo.

Sin embargo, en el centro de este escándalo está esta nueva cultura de falta de respeto por la dignidad humana.

Cuando en el Estado de Morelos arrojaron a una fosa común cadáveres de víctimas de la delincuencia sin intentar identificar de quienes se trataba, para dar aviso a sus familias y éstas les dieran cristiana sepultura, cometieron otra versión de esta falta de respeto por la dignidad humana, pues no trataron a esos cadáveres como personas, sino como bultos, como objetos que se arrojan al basurero.

En cualquier otro país esta irresponsabilidad hubiese traído consigo consecuencias políticas y penales, pero no en México.

Cuando las autoridades judiciales no actúan con fuerza ante delitos sexuales y les minimizan, no están considerando que ese acto violento atentó contra la dignidad humana.

Cuando la trata de personas, obligadas a prostituirse, está a la vista en la calle y la autoridad no investiga lo evidente, entonces hay una falta de respeto a la dignidad humana de esas víctimas vejadas y explotadas por sus “padrotes” y por los clientes de sus servicios.

Cuando vemos que hay desaparición constante de personas, en unas regiones más que en otras y no hay una reacción decidida ni de las autoridades ni de la sociedad, vemos el poco valor que se da a la tragedia de esas personas.

Cuando las víctimas se convierten en simples estadísticas, se les quita su calidad humana y se convierten en seres abstractos, siendo que cada una tiene nombre y apellido.

Hoy se cometen en México, en pleno siglo XXI crímenes de “lesa humanidad”, entendiendo este concepto como lo que se describe en el de la .

Sin embargo, pese a la gravedad, no estamos conscientes de ello pues vivimos una profunda crisis de valores que nos convierte, aunque sea de forma involuntaria, en parte de este problema.

Esta acusación en contra de la administración de Javier Duarte por la compra de medicamentos apócrifos y caducos, ha mostrado la gravedad de esta actitud de falta de respeto por la dignidad humana y la impunidad que ha existido por parte de toda la estructura gubernamental, pues seguramente esto no es un caso aislado y refleja una realidad que hoy vive el país por una corrupción desmedida y solapada.

Es necesario replantear la gravedad de la corrupción y emprender una actitud de cero tolerancia desde los más altos niveles de la estructura gubernamental.

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