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¿Aplausos por la captura del Chapo?

¿Aplausos por la captura del Chapo?
11/01/2016 |07:05
Redacción El Universal
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Que es importante la captura del Chapo, sin duda lo es. Sin embargo, se le ha dimensionado exageradamente el significado porque así se nos quiere destacar su trascendencia.

La realidad es que esta recaptura no cambia el panorama de nuestro grave problema de delincuencia e inseguridad, si sólo continúan prodigándose felicitaciones y aplausos exagerados.

Lo que esta captura nos deja claro es que nuestro gobierno tiene la capacidad operativa para enfrentar la delincuencia, si se lo propone, y ello nos debe llevar a los ciudadanos a exigir mayores resultados en lo que realmente lastima y vulnera a la gente, que no es el narcotráfico, sino los delitos contra la integridad personal y contra el ‘patrimonio de los mexicanos.

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La realidad es que el Chapo representaba ser el delincuente más buscado por el gobierno norteamericano y por ello se pusieron en juego todos los recursos. Sin embargo, en esta ocasión sucedió algo muy importante: toda la compleja red de funcionarios que en un entorno de corrupción y complicidad siempre le protegieron y ayudaron, hoy no quisieron meter las manos por él porque entendían el alto riesgo que implicaba hacerlo esta vez.

No hay ciudadano que no piense que el Chapo se escapó porque le ayudaron desde el mismo sistema penitenciario, los mismos que le dieron todos los privilegios de que gozaba. Por tanto, los principales enemigo de la lucha contra la delincuencia no están afuera, sino adentro de la compleja red burocrática del sistema policial, judicial, carcelario y del sistema de impartición de justicia.

Se pudo capturar al Chapo porque le dejaron solo, ya que estaba empeñada ante la comunidad internacional la palabra del presidente Peña Nieto, quien se comprometió  a regresarlo a la cárcel.

La captura por sí misma no cambia nada la realidad cotidiana de los millones de mexicanos acosados por la delincuencia en varias zonas del país. Más que un acto heroico que cosechó loas y aplausos, regresarlo a prisión era una responsabilidad y obligación para resarcir la imagen de nuestras instituciones después de que se exhibió la red de impunidad que permitió su fuga.

Ubicar a los capos que controlan varias zonas del país no requiere de un gran sistema de inteligencia, pues localmente la gente sabe dónde están. Lo que se necesita es la voluntad política de “ir con todo” el peso de la fuerza gubernamental como ahora sí sucedió con el Chapo.

Mientras no se desmantele la compleja y extensa red de funcionarios corruptos que están al servicio de los delincuentes, que incluso imponen autoridades municipales, la sociedad seguirá en varias zonas del país a merced de la delincuencia, pues si en algunas regiones son capaces de reunir a los alcaldes para extorsionarlos y exigir a los municipios el cobro del “derecho de piso”, ¿qué no podrán hacer con los ciudadanos indefensos?.

También queda claro que mientras el Estado Mexicano no se decida a tomar el control de las penitenciarías, cárceles o centros de readaptación como elegantemente se les llama hoy, los reclusorios seguirán siendo el “centro de inteligencia” de la delincuencia organizada, desde donde se cometen las extorsiones telefónicas, se planean los secuestros, se administra el derecho de cobro de piso y se capacita a los delincuentes.

¿Por qué el Ejército no toma la operación total de los reclusorios, con sus mejores hombres?. Si bien ésta no debiese ser la solución definitiva pues lo ideal es que los militares regresen a sus cuarteles, si sería una solución de emergencia, pues en esta institución la autoridad se ejerce con mano firme.

La historia de esta recaptura que hoy cosecha aplausos se inició en un penal a partir de una fuga. Por tanto, en ese ámbito es donde se debe empezar a poner orden.