Por Óscar Colorado Nates*

Resulta curioso: el principal problema, cuando inició la fotografía, era que los materiales que eran afectados por la luz resultaban poco sensibles. ¿El resultado? Para realizar un retrato, el sujeto debía posar, a pleno sol, durante un mínimo de 20 minutos. Incluso, se desarrollaron soportes especiales para evitar que el retratado se moviera. No es extraña, entonces, la proliferación de imágenes fotográficas de cadáveres en el siglo XIX aunque, como dicen, esa es otra historia.

El hecho es que se desató un desarrollo tecnológico inusitado en el campo de la fotografía en el siglo XIX con un solo propósito: Acortar los tiempos de obturación.

Pronto aparecieron sistemas químicos mucho más sensibles, como el engorroso colodión húmedo que era decenas de veces más rápidos que los sistemas primigéneos como el daguerrotipo, calotipo, ambrotipo o ferrotipo.  Sin embargo, el colodión requería preparar una placa en un húmedo y procesarla cuanto antes.

Para cuando Richard Leach Maddoux inventó el sistema de gelatino-bromuro, ya era posible hacer tomas extremadamente rápidas, lo que pavimentó el camino para que Eadweard  Muybridge pudiera hacer sus famosos estudios fotográficos de la carrera de un caballo para Leland Stanford. Y de ahí al cine había solo un paso. ¿El componente esencial? Una tiempo de toma que se realizara en apenas fracciones de segundo.

Y toda esta historia viene a cuento por la contradicción a la que nos enfrentamos con la obra de Michael Wesely, fotógrafo alemán (Munich, 1963), quien ha llevado al extremo los tiempos de obturación en sus imágenes.

Wesely estudió fotografía en la Academia de Arte en Munich y obtuvo varias becas como la de Intercambio Alemán o la del Estado Libre de Bavaria.

Durante una década, Wesely refinó su discurso fotográfico con el propósito de reflexionar el devenir del tiempo y las mutaciones que acarrea.

Así, Wesely ha optado por el uso de cámaras estenopeicas, dispositivos que no tienen lente sino un orificio diminuto por el cual entra una cantidad muy pequeña de luz. Así, Wesely ha logrado realizar tomas que le han tomado hasta tres años.

Inició con una reflexión sobre el cambio urbano en la Postdamer Platz en Berlín. En sus fotografías los edificios en construcción aparecen como fantasmas.

En 2004 el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York le encomendó el registro de la renovación del mítico espacio cultural y su entorno.

Aunque una parte importante de su obra tiene que ver con estos tiempos de obturación extremos, también ha reflexionado sobre la decadencia de flores y también ha explorado el retrato con esta técnica.

Con esta reflexión sobre el tiempo, Michael Wesely parece contradecir y dar la espalda a todos los avances tecnológicos que se han dado durante más de 170 años de historia fotográfica. Sin embargo, su obra es un retrato extendido de las alteraciones de la materia en el discurrir del tiempo que pasa, desde luego, desapercibido por nuestros ojos. La magia de la fotografía le permite a Wesely explicitar esas transformaciones. Así, en pleno siglo XXI nos asombramos tanto como los miembros de la Academia de Ciencias de París en 1839 ante un invento que cambiaría al mundo: la fotografía.

Más fotografías de Michael Wesely

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*Óscar Colorado Nates es crítico, analista y promotor de la fotografía. Titular de la Cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (Ciudad de México). Autor de libros como Instagram, el ojo del mundo, Fotografía de Documentalismo Social, entre otros. Conductor del programa de radio sobre fotografía   Miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY) y creador de , blog de reflexión fotográfica líder en Iberoamérica.

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