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Con ingresos que van de 50 hasta 100 pesos al día, pobladores de las localidades de los municipios de San Felipe Usila, Jalapa de Díaz, San José Independencia y San Lucas Ojitlán, en la región Cuenca del Papaloapan, Oaxaca, hacen lo posible para vivir. Son lugares con elevada marginación, por lo que reciben ayuda de programas sociales para mejorar su calidad de vida.

Para Narciso Esteban, uno de los 653 habitantes de la isla Buenos Aires, en el municipio de San José Independencia, es una temporada difícil en la presa Miguel Alemán. Se trata de su principal actividad económica y es la época en la que casi no hay truchas para pescar.

Se levanta con el ánimo de pescar lo más que se pueda y obtener algún ingreso para el hogar. El kilo lo vende en 30 pesos, pero hoy no tuvo suerte, así que se ocupa en otra cosa.

Ayuda al encargado de la tienda comunitaria Diconsa a descargar 3.5 toneladas de productos de la canasta básica que llegan en lancha por una paga de 100 pesos.

Pedro, Donato y Librado, al igual que Narciso, decidieron quedarse en su localidad con la familia y no emigrar por seis meses a los campos agrícolas de la tierra prometida, Baja California, en busca de oportunidades de trabajo.

En las faldas de la Sierra Madre Oriental se encuentra Santiago Tlatepusco, una localidad de difícil acceso ubicada a 15 kilómetros de la cabecera municipal de San Felipe Usila. Su principal actividad económica es la agricultura.

Abelardo es uno de 567 indígenas chinantecas que tienen sus tierras en las que siembra maíz, frijol y café.

La herencia que le dejó su padre fue enseñarle desde los cinco años de edad a trabajar la tierra; con el paso del tiempo Abelardo juntó 12 mil pesos y compró una mula, su principal medio de transporte para cruzar el río Usila.

A 30 kilómetros de Los Ideales, que abastece a 100 comunidades de la región, están las localidades Agua de Tierra sección montaña, con 989 habitantes, en San Felipe Jalapa de Díaz y el Cacahuatal, ayuntamientos de San Lucas Ojitlán, viven 434 personas.

Amada Canseco Cueva, de 36 años de edad, borda huipil, que vende entre 100 y 300 pesos según la mano de obra. No se comercian a diario. Su esposo trabaja en el campo, cosecha maíz, chile y café. Sus tierras le dan para comer, pero eso no es suficiente para mantener a sus hijos de 19, 17 y 13 años.

El mayor apenas terminó la secundaria y dejó los estudios para ayudar a su padre; la hija de 17 años se salió de la escuela para apoyar a Amada.

Marilín Aurelio, de 25 años de edad, hace año y medio fue madre por segunda ocasión y con los 50 pesos que lleva a casa su esposo como paga por la jornada laboral en el campo no le es suficiente para los cuatro.

La mujer se dedica a bordar blusas que vende en 100 pesos, de esta manera compra alimento para darles de comer a sus hijas.

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