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El control del robo de hidrocarburos en Puebla se ha extendido: no sólo ocurre en el llamado Triángulo Rojo, integrado por seis municipios, sino que se trata de un problema que ha crecido desde los municipios limítrofes con Veracruz y el Estado de México.
De acuerdo con información obtenida, el Triángulo Rojo, que abarca los municipios de Acajete, Tepeaca, Quecholac, Acatzingo, Tecamachalco y Palmar de Bravo, lo disputan Antonio Martínez, El Toñín, y Roberto de los Santos de Jesús, El Bukanas.
Mapa. El control de la mina de oro
En Palmarito Tochapan, municipio de Quecholac, El Bukanas contaba con una célula comandada por Gustavo Jiménez Martínez, El Vieja, y Ruselbi Vargas Hernández, El Ruso, expulsados por los pobladores en este año.
Mientras que en los municipios de San Martín Texmelucan y San Matías Tlalancaleca, personal de inteligencia investiga a Areli Pérez Juan, La Negra, a quien se le identifica como líder en la ordeña de ductos de la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex).
El Triángulo Rojo, zona por la que atraviesan 80 kilómetros de ductos de Pemex, el delito se realiza porque los pobladores han caído en la idea de que lo que pasa por sus tierras les pertenece; pero el negocio no pudo haber prosperado sin la participación de personal de la empresa y autoridades.
EL UNIVERSAL recorrió municipios de los que, en los últimos años, han surgido los llamados huachicoleros, una subcultura que se extiende a lo largo de los municipios poblanos que se encuentran cercanos a la autopista, pues los ductos de Pemex siempre van en paralelo a esa vía.
Desde el municipio de Acajete hasta Palmar de Bravo —el Triángulo Rojo— la mayoría de los habitantes tienen que ver con el robo de hidrocarburos: algunos sólo compran el producto ilícito; otros pelean el control a las propias organizaciones criminales; o bien, para otra parte de la población ser huachicolero es su forma de vida.
Los líderes de las organizaciones criminales tienen algo en común: persuadir a la población de ser parte directa o indirecta del mundo huachicol, y lo han logrado al grado de que ahora son los propios pobladores quienes no quieren pagar “derecho de piso” y buscan quedarse con las tomas.
Los puntos de distribución. La gasolina obtenida de las tomas clandestinas —en 40 minutos puede perforarse un ducto— es vendida en puntos ciegos para las autoridades, como pueden ser casas o vulcanizadoras; es decir, es un consumo interno en las poblaciones. Un punto que es conocido en la Central de Abasto del municipio de Huixcolotla. Además, los operadores de los líderes surten a gasolineras obteniendo grandes ganancias, situación que es investigada.
La zona está dividida entre las dos organizaciones criminales: la de Los Bukanas y la de El Toñín, que, según información a la que se tuvo acceso, están catalogadas por las autoridades como violentas, puesto que utilizan armas AR-15, AK-47, granadas y equipo táctico tipo militar.
Las autoridades identificaron que el principal centro de operación de El Bukanas era La Encrucijada, en el municipio de Palmar de Bravo, donde EL UNIVERSAL ingresó a su centro de operación donde en marzo pasado se realizó un operativo y fueron detenidas 87 personas. Sin embargo, Roberto de los Santos logró escapar.
De los Santos conformó una célula al mando de Gustavo Jiménez Martínez, El Vieja, y Ruselbi Vargas Hernández, El Ruso, para meterse a Palmarito —zona de El Toñín—, lo que desató una ola de violencia. Este diario logró ingresar a la casa de El Vieja.
Las organizaciones buscan integrar células para el control, pero también han optado por rentarles las tomas clandestinas a los pobladores hasta por 50 mil pesos al mes, o si los comuneros quieren perforar la suya tienen que pagar a los líderes una cantidad mayor.
Otra de las formas de operar es ofrecerles beneficios económicos a los pobladores a cambio de que cuiden las tomas y que les avisen cuando hay operativos e incluso formar parte de su estructura. Sus tácticas son al estilo del narco: se valen de las comunidades para poder operar, usan armas de grueso calibre, autos blindados y halcones.
Autoridades han identificado a El Toñín como el responsable del ataque a militares el pasado 3 de mayo en Palmarito; pobladores aseguran que él no es líder de ninguna organización.
A partir de ese día se intensificó la búsqueda tanto de El Bukanas como de El Toñín. Autoridades saben que no se encuentran en esas localidades.