El último debate de los aspirantes presidenciales demócratas de este año se efectuó anoche en medio del escándalo desatado por el robo de datos, por parte del equipo de Bernie Sanders, a la campaña de Hillary Clinton, tema por el que el senador por Vermont se disculpó.

“Sí, me disculpo”, dijo al ser cuestionado sobre si Clinton merecía una disculpa. “También con mis simpatizantes. Y si encuentro a alguien más implicado en esto, será despedido —un trabajador ya fue despedido—”, añadió en el debate realizado en Manchester y transmitido por ABC News.

Por esa filtración, el viernes, el Comité Nacional Demócrata (DNC) bloqueó a Sanders el acceso a los datos de posibles votantes del partido, pero luego de que el precandidato demandara al comité, las partes llegaron a un acuerdo y el acceso a esos archivos le fue restablecido.

Más allá de este escándalo, el debate se centró en la lucha contra el terrorismo, en particular contra el Estado Islámico y el control de armas.

“Armar a la gente para hacer qué... No creo que sea la respuesta apropiada al terrorismo”, dijo Clinton, quien cuestionó la “cambiante” opinión de Sanders al respecto.

Los tres candidatos participantes, Clinton, Sanders y Martin O’Malley, coincidieron en la necesidad no sólo de combatir al EI, sino de “derrotarlo”. Clinton pidió no “demonizar” a los musulmanes, como han hecho los republicanos. Sanders propuso una coalición internacional más cohesionada, que incluya a Rusia y los países árabes, mientras que O’Malley achacó el éxito de los yihadistas a la falta de una mayor inversión en inteligencia.

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