Washington.— El presidente estadounidense Barack Obama anunció ayer su decisión de aplazar el repliegue de sus tropas en Afganistán, en la muestra más clara de que la estrategia que delineó en diciembre de 2014 ha saltado por los aires ante el avance de la ofensiva talibán y las enormes carencias del ejército afgano.

La decisión de posponer el repliegue de los 9 mil 800 efectivos que hay en la actualidad a lo largo de 2016 y de reducirlos a 5 mil 500 a partir de 2017, supone un giro drástico y demuestra hasta qué punto EU sigue siendo incapaz de dejar atrás la guerra más larga y costosa en toda su historia y para Obama en particular representa el incumplimiento de la promesa que empeñó, desde que llegó a la Casa Blanca, de poner fin a ese conflicto.

“No creo en la guerra sin fin. Pero es evidente que el ejército afgano no ha conseguido ser autosuficiente”, justificó Obama, al añadir que la decisión de posponer la salida de las tropas fue tomada de forma conjunta con el gobierno afgano. “No estoy decepcionado. Estos no son los primeros, ni serán los últimos ajustes que se hacen a la estrategia”, añadió Obama en alusión a los cambios de planes hechos desde 2009, y a que el fin de la guerra será un tema que heredará a su sucesor.

La lluvia de críticas de los republicanos fue inmediata. “Celebro que Obama haya decidido mantener el actual nivel de tropas en Afganistán durante 2016 para asegurar la defensa de Kabul y más allá. Sin embargo, creo que el presidente deberá dejar el actual número de efectivos hasta que termine su mandato y permitir que el próximo presidente decida si acaso ese contingente será suficiente”, señaló el senador John McCain, una de las voces más críticas de la estrategia militar de Obama, al referirse a una presencia que costará a EU un promedio de 15 mil millones de dólares al año y que podría extenderse más allá de 2018.

A decir del analista militar Rick Francona, “desde el comienzo se supo que el principal problema en Afganistán sería crear un ejército profesional, [algo] que puede llevar no años, sino décadas”.

Por su parte, los talibán consideraron el anuncio de Obama como una traba a las negociaciones de paz que el grupo insurgente comenzó con el gobierno afgano y suspendidas desde finales de julio tras conocerse la muerte del mulá Omar. “Cuando los afganos estén convencidos del final de la ocupación y la retirada de las tropas extranjeras todos los problemas podrán ser fácilmente solucionados con entendimiento interno afgano y diálogo”, indicaron en un comunicado.

En un intento por atajar las críticas de quienes alegan que el presidente fracasó en Irak y ahora en Afganistán, funcionarios de la Casa Blanca insistieron ayer en que, si bien es cierto que esta guerra sobrevivirá a la presidencia de Obama, “su sucesor heredará una situación mucho más estable”. El jefe del Departamento de Defensa de EU, Ashton Carter, subrayó que las tropas de EU ya no están implicadas en roles de combate, sino que su enfoque es “entrenar y asesorar en operaciones antiterroristas”.

Funcionarios del Departamento de Estado confirmaron ayer que, a los 5 mil 500 efectivos que permanecerán a partir del 2017, se sumará un contingente por determinar de tropas que aportarán los países aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán.

En este contexto, la agencia AP consignó ayer que fuerzas especiales de EU que recababan información de inteligencia en Kunduz, en las inmediaciones del Hospital de Médicos Sin Fronteras bombardeado el 3 de octubre, sabían que era una instalación protegida.

Pese a que el general John Campbell, comandante de las fuerzas de EU en Afganistán, reconoció que el ataque fue un “error”, el Pentágono no ha aclarado si el hospital era vigilado ante las sospechas de que unidades talibán lo utilizaban para coordinar sus acciones.

Con información de EFE

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