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El problema del robo de combustible no es nuevo. Las primeras noticias que daban cuenta de la “ordeña” de ductos se publicaron hace más de una década. El problema escaló hasta llegar al grado en que se encuentra actualmente, en el que el delito es comparable al tráfico de drogas por el valor de lo comercializado, por la violencia que genera y por la participación de diversos actores.
EL UNIVERSAL presenta hoy un reporte que detalla la situación del llamado “huachicoleo”. No es un problema que se limite únicamente a cuestiones de bandas criminales.
En las conclusiones de la investigación solicitada por la Comisión Reguladora de Energía, se detalla que en el delito hay ocho actores que tienen un papel relevante para la permanencia del problema: cárteles del narcotráfico, grupos especializados, bandas criminales, comunidades, gasolineros, empleados y ex empleados de Petróleos Mexicanos, empresarios y autoridades de seguridad pública.
En distintos grados, cada uno de los grupos citados se encuentra involucrado en el robo de combustible.
El ilícito ha alcanzado magnitudes complejas que no se explican únicamente con la referencia de tomas clandestinas. Hay estructuras organizadas que funcionan como eslabones para completar la comisión del delito.
El huachicoleo no puede entenderse si no se toma en cuenta que hay empresarios y gasolineros dispuestos a comprar —generalmente por las buenas, a veces bajo amenazas— el combustible robado, autoridades de seguridad que incurren en comisión e incluso trabajadores o ex trabajadores de Petróleos Mexicanos que aportan datos técnicos a los criminales.
En varias regiones las comunidades se desarrollan en torno a la cultura del robo de combustible, como en otras zonas todo gira alrededor del narcotráfico.
Los datos presentados confirman que se pagan costos muy altos cuando la autoridad no actúa a tiempo. En el huachicoleo como en el narcotráfico confluyen violencia y corrupción, y no parece que haya forma de contenerlo; al contrario todo indica que se está diversificando, pues comienzan a volverse comunes también las extracciones de gas LP.
Llegar a estas niveles no ocurrió de la noche a la mañana. En la actualidad el problema tiene diversos rostros y múltiples manos. Pasaron años en los que hubo omisión principalmente de quienes deberían procurar el combate a los delitos. El costo lo paga ahora todo el país.