En su adolescencia, el boxeo no fue de su interés. El joven Joaquín era el mejor clasificado en la pelota vasca y, de forma curiosa, el beisbol tocó su puerta.

“En un juego de exhibición, ante los campeones de España, me vio jugar Alejo Peralta [fundador de los Tigres]”, platica Rocha a El Gran Diario de México. “Ganamos, a pesar de los pronósticos. Al ingeniero le gustó mucho mi estilo. ‘Le pegas muy duro, ¿quieres jugar en mi equipo?’. !Yo nunca había jugado beisbol!”.

Así comenzó la época como pelotero, pero sin estar registrado de manera oficial. “Estuve dos temporadas y media con los Tigres. Pero nunca firmé, me pagaban por debajo del agua… era un ‘amateur pagado’, por así decirle”, reconoce.

El debut de Rocha con el “Cuadro del millón” fue el soñado.

“Por una derrota de los Diablos del México, se anunció nuestro campeonato, entonces que me alinean. Todas las risas sobre mí, nadie creía que le iba a dar a la bola. Me pongo sobre el plato, pego puros pellizcos”, continúa, sus manos hacen mímica de movimientos con un bat invisible. “Me recomendaron cambiar a zurdo, por mi experiencia con el frontón, y ¡Pum!. Que me embaso con un doblete. Una gran presentación”, cuenta con la sonrisa siempre marcada.

Poco a poco, el gusto por el beisbol se desvaneció. A los 20 años de edad, Joaquín tenía muchas responsabilidades, la principal es el estudio en la contaduría.

“Cuando uno crece en Azcapotzalco, se tiene una vida beisbolera, futbolera y de boxeo. Me invitaron a jugar a un equipo amateur de beisbol, pero me cachan mi historial como profesional. No quiero causar problemas y me salgo”.

Su destino sería el boxeo.

Rocha Herrera reconoce que todo el ejercicio en su juventud lo formó para conseguir su medalla olímpica. “El frontón me dio todo, movilidad, condición, fuerza y manos duras”.

Conseguir la medalla de bronce en la justa olímpica, con sólo 11 combates previos, es el reflejo de tantos años en el deporte.

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