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yanet.aguilarluniversal.com.mx
Detrás de “La Patita”, “El ratón vaquero”, “La muñeca fea”, “Los palomos”, “La marcha de las vocales” y “Negrito Sandía” hay historias completas en todos los ritmos musicales; hay un creador, Francisco Gabilondo Soler, la figura más importante e influyente de la historia de la música infantil en México y el mundo de habla hispana, pero sobre todo hay un espíritu que a 25 años de su muerte sigue trabajando a favor de los niños.
El 14 de diciembre de 1990, el referente popular conocido como “Cri-Cri, el grillito cantor”, murió dejando más de 240 canciones y composiciones, 120 de ellas grabadas; legó más de 300 personajes y escribió casi 4 mil páginas de cuentos y otros textos. Hoy descubrimos a través de un libro a ese hombre inquieto y pasional que compuso música para los “niños-niños”, que él llamaba “pisacharcos”.
Óscar Gabilondo Vizcaíno, presidente de la Fundación Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri, A.C., asegura que el espíritu de su abuelo está vivo a través de la fundación, que cuida y promueve su obra, y que desarrolla varios proyectos culturales, artísticos y sociales a favor de los niños, como parte de la estela creativa de quien en 2017 celebrarán los 110 años de su nacimiento.
Sabedores de que conocemos las canciones de Gabilondo Soler, pero superficialmente su vida que solemos ligar con la historia de la película contada por Carlos Amador y Tito Davison, donde lo más real es que al final sale el propio compositor; y de que existían algunas escuetas biografías, la Fundación creada en 2000 decidió editar un libro que mostrara al creador de carne y hueso, con sus virtudes y defectos.
Francisco Gabilondo Soler. Su obra y sus pasiones; una herencia para México, de Gerardo Australia, es la obra más completa sobre la vida y el arte de este creador mexicano cuya obra sonora —más de 85 carretes abiertos que representan más o menos 400 horas de emisiones radio—, fue entregada en comodato a la Fonoteca Nacional; y cuya obra escrita, archivo personal y fotográfico, lo conserva la Fundación.
“Desde 2014 comenzamos a entregar por partes el archivo sonoro a la Fonoteca Nacional, unos pocos estaban en la XEW; faltan cuatro carretes abiertos que tenemos registrados y que no hemos hallado, pero lo vamos a hacer; hemos tenido hallazgos de canciones, de cartas. El libro da cuenta de estos materiales inéditos porque lo hemos venido trabajando desde hace más de cinco años”, afirma Óscar Gabilondo.
La Sociedad de Autores y compositores tiene 228 piezas registradas, pero entre los archivos que quedaron en el ropero de la abuela, Rosario Patiño, la esposa de Francisco, han hallado más, algunas del catálogo de “Cri-Cri”, otras son de Eulogio y unas más de El Guasón del teclado, dos de sus apodos.
Un espíritu vivo. Francisco Gabilondo Soler. Su obra y sus pasiones; una herencia para México habla de sus orígenes, sus abuelos, su infancia, de su casa en Orizaba, de sus experiencias; está su vida en conjunto con la historia de México; cómo comenzó su inquietud musical a partir de que no le gustó la escuela, cómo se iba al campo, cómo se le ocurrían las cosas.
“Hablamos de mi abuela, su principal promotora y representante durante 50 años. Acercamos también sus pasiones, fue astrónomo, llegó a ser miembro de la Sociedad Astronómica de México, fue campeón estatal welter de box, era muy buen peleador; está también su época en los toros; su pasión por el linotipo, que estudió en New Orleans, creo que de ahí viene la claridad de sus palabras en las canciones; hablamos de la navegación, otra de sus pasiones; de sus viajes, de sus fracasos, nadie toma en cuenta sus fracasos, dicen que los éxitos están forjados por fracasos, y están aquí”, afirma.
El libro, que tiene cartas inéditas que escribió de puño y letra a su esposa, fotos y partituras desconocidas, es un regalo para los niños y maestros de México, una manera de promover la música y la composición entre los mexicanos. Es una edición que se distribuye en bibliotecas, casas de cultura y escuelas de composición. Una vocación central de la Fundación.
“Nuestro interés como Fundación es cultural, necesitamos defender nuestra cultura mexicana, promover a este autor, conocer su esencia. Hemos hecho muchas cosas, las principales estatuas de ‘Cri-Cri’ que hay en el país las hemos donado o gestionado, hay infinidad de escuelas públicas con su nombre, tengo 17 oficios que piden el nombre. Apoyamos proyectos culturales y a grupos musicales en formación”, señal Óscar.
La Fundación también tiene un área asistencial que impulsa los hábitos saludables en los niños y donan medicamentos, en 2010 emprendieron una campaña para prevenir enfermedades cardiovasculares que se tradujo a seis idiomas y lo adoptó la Organización Mundial de la Salud; esto confirma que “Cri-Cri, el grillito cantor” está vivo.