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En 2007, dos jóvenes recién egresados de la Casa del Teatro, Damián Cervantes y José Rafael Flóres, decidieron crear un grupo en el que pudieran desarrollar sus propios conceptos del teatro, alejarse de las ideas de sus maestros y romper con los estereotipos establecidos dentro de la oferta actual del teatro. El primer punto de quiebre fue renunciar al recinto teatral.

Salieron a las calles a conocer y a imponer las reglas en el teatro callejero, después se refugiaron en espacios no convencionales como la azotea de una casa o la bodega de tiliches de un teatro independiente.

El segundo punto fundamental de su grupo fue romper también con los subsidios para ser totalmente autogestionables con el objetivo de tener absoluta libertad creativa.

Jóvenes, en sus veintitantos años, no tenían dinero. Se hizo necesario trabajar en otros oficios, desde call center, comerciales, doblajes, trabajos de diseño, hasta maestros, y reunir dinero para empezar a producir: cada semana tendrían que ahorrar $35. Así nació Vaca 35 Grupo en Teatro A.C., con 10 miembros.

Casi 10 años después de ese sueño juvenil, la compañía está integrada por cinco jóvenes, tres de ellos cofundadores: Diana Magallon García, Flóres y Cervantes; Mari Carmen Ruiz y Vania Sauer. Y hoy cuentan con una importante presencia internacional. En España, según el diario El País, es uno de los colectivos teatrales que en los último años están llevando a cabo una profunda renovación del teatro mexicano, como lo han hecho también compañías como Lagartijas tiradas al sol y Línea de Sombra.

Han obtenido premios en la Muestra Nacional de Teatro en México en 2012; en el Festival Fringe de Madrid, y en el Fira Tárrega, de Cataluña en 2013; en Cuba, el Premio Villanueva 2013 como mejor espectáculo extranjero, y otro galardón en el Festival Casa Tomada; también en la Feria 2014 en Donosti España y en el Festival de Sarajevo ganaron el premio a mejor espectáculo.

Ahora cuentan con el apoyo de México en escena y están por estrenar Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido, creación colectiva entre Vaca 35 y Teatro La Rueda, coproducida entre México y España, en el Teatro El Milagro a partir del 14 de abril.

El camino al éxito, cuentan en entrevista, ha sido de profundos aprendizajes, de renuncias, de sacrificios y de satisfacciones.

El principio. La primera obra de Vaca 35 fue Loco Amor, Viene, de Jorge Ibargüengoitia, diseñada para teatro en espacios alternativos o calle. El proyecto se echó a andar sin un centavo. “Fue un inicio complejo, teníamos que trabajar en otras cosas y llegué a una crisis muy fuerte, pensé que no iba a poder; ensayábamos donde podíamos, a veces en un departamento. Sin embargo, cada uno tuvo claro que la apuesta tenía que ser por Vaca 35”, cuenta José Rafael Flóres, actor, cofundador y productor de la compañía.

Damián Cervantes, actor y director general de Vaca 35, explica que el primer montaje terminó por definir su búsqueda teatral y gracias a un patrocinio de $17 mil 500 lograron llevarla a escena. Esta obra ganó el Programa Asalto a la Butaca (INBA), reconocimiento a la mejor obra, dirección, escenografía y vestuario en el Festival de la UNAM (2008).

Después realizaron la creación colectiva Casualmente, basada en la novela de Milán Kundera, la primera que presentaron en un departamento, en una época en la que era inusual; así como otras obras importantes en su trayectoria, como Los equilibristas y Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar.

“Nos presentamos con David Olguín y le pedimos un espacio alternativo en Teatro El Milagro, en un horario alternativo, que era después de las funciones regulares; era la muerte presentarte en esas condiciones, pero el reto era justo lograr que las cosas funcionaran. Y como no había dinero, la autogestión tenía que ver con que debíamos hacer obras que dependieran sólo de nosotros. Todo lo que hacíamos, por las condiciones en las que lo hacíamos, era una ganancia. Con la idea de buscar espacios, un día empezamos a hacer llamadas para ir a festivales y nos íbamos”, cuenta Cervantes.

Los proyectos de creación colectiva continuaron gracias a su necedad, pero también a pequeños apoyos, como el del encargado de una casa de cultura en donde ensayaban y a invitaciones para proyectos como Trolebús Escénico.

La consolidación. En el camino conocieron a Mari Carmen Ruiz, una actriz de talla grande que les permitió hacer una de las obras más emblemáticas de Vaca 35: Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar, creación teatral a partir de Las Buenas, de Genet. El éxito llegó, premios, festivales nacionales, reconocimiento de la crítica.

“Esa obra representa todo a lo que renunciamos, seguíamos sin tener dinero, pero pasábamos un sobre que decía: ‘Lo que sea es bueno’; había gente que nos daba dulces, cartitas, dinero. Tuvimos que dialogar con los vecinos porque como era en la azotea, se quejaban de que se escuchaba que decíamos palabras como ‘puta’. Tuvimos una temporada de tres meses”, recuerda Cervantes.

Tras el estreno y que Ruiz se sumó a Vaca 35, las invitaciones al extranjero empezaron a llegar, especialmente para España y Cuba. “En 2013 empezó todo en otros países, en un festival nos dieron más funciones de las pactadas y nos empezó a ir muy bien, todo el mundo hablaba muy bien de nosotros. Nosotros seguíamos sin dinero, es decir, nuestras obras tenían que hacerse con producciones ‘mi clóset’, con casi nada de dinero”, dice Cervantes.

En el camino se encontraron a Vania Sauer, quien se sumó como productora general, luego de admirarse por la forma en la que podían ser capaces de reunir dinero: haciendo una vaca colectiva con su propio público. Quiso ayudar a crecer a un grupo que le pareció que era innovador y valiente.

“Los admiro, no cualquiera logra lo que ellos han hecho. Su historia no es sólo de éxito y de triunfo, sino de riesgos, de trabajo y de apuesta en lo que creen y en lo que sienten por el teatro. Detrás de todo hay mucho trabajo”, explica Sauer.

A la distancia, la actriz Mari Carmen Ruiz recuerda que tuvo dudas en participar porque no había dinero y las cuentas de la vida ordinaria no se detenían. “Al final nada importó, de lo que se trataba era de la experiencia y de las ganancias a nivel artístico. No es un trabajo, ahora la siento mi compañía y cierro filas para que sigamos adelante”.

Para Flóres, los días aciagos quedaron atrás. “Estoy muy tranquilo, me siento en una familia en la que estamos trabajando por algo en lo que creemos y es algo muy satisfactorio”.

Cervantes asegura que no se duermen en el reconocimiento que han logrado. “Tengo un profundo amor y admiración por el teatro, en la escuela me enseñaron que el teatro es más grande que yo, y es algo en lo que sigo creyendo; en eso seguimos creyendo en Vaca 35”, afirma.

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