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Por más de mil 500 años, la teoría del médico griego Galeno de Pérgamo sobre la circulación de la sangre estuvo vigente, él creía que la sangre se producía en el hígado, que el corazón no era una bomba, sino simplemente un receptáculo.

Fue hasta 162 8 que el médico inglés William Harvey rompió con la hegemonía de esa teoría, demolió las ideas anatómicas preservadas desde los tiempos del Imperio romano y se enfrentó a la ortodoxia intelectual. Esta hazaña es presentada en el libro La circulación de la sangre. La revolucionaria idea de Harvey, de Thomas Wright, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y traducido por Virginia Aguirre Muñoz.

Jorge Oseguera Moguel, jefe del Departamento de Cardiología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), asegura que en la historia de la ciencia, en particular en la de la medicina, hay un antes y un después de Harvey. “Todo lo que él hizo tiró la teoría de Galeno y puso en entre dicho muchos de los tratamientos médicos que se hacían en esa época, principalmente las sangrías, que era justamente desangrar a la gente para sacar los malos espíritus, entre otras cosas, pero quizá la parte más importante fue que empezó a sentar las bases de una nueva forma de hacer ciencia”.

Oseguera Moguel resalta el valor de Havey al enfrentar a la sociedad del Renacimiento. “Se atrevió a ir en contra de lo que era un dogma prácticamente de fe, fue toda una labor titánica. De lo que Harvey se dio cuenta fue que el corazón es una bomba, que el hígado no producía la sangre, que toda la sangre tenía un fluir en forma circulatorio de tal manera que llegaba a los órganos, a los tejidos y regresaba por las venas”.

Para el historiador mexicano José Daniel Serrano Juárez, experto en historia de la ciencia, es importante resaltar que “el descubrimiento de la circulación de la sangre está dentro de un marco que conocemos como la Revolución Científica, es un periodo donde se dieron otros avances de la ciencia, como es la postulación de
la teoría heliocéntrica de Copérnico o la defensa del mismo sistema de Galileo. Esta época acabó con la enunciación de las Leyes de Gravedad de Newton. El trabajo de Harvey ha sido reconocido como uno de los que planteó cómo se debe hacer el método científico en la medicina”.

De acuerdo con el historiador, un rasgo característico de este libro es que “muestra un tipo de biografía novedoso donde no sólo estamos observando cómo el sujeto se enfrenta al mundo, sino que además el autor nos presenta un panorama general de cuáles eran las condiciones de la época, nos explica cómo era Londres en ese entonces, nos describe a la sociedad en la que vivió Harvey y cómo pudo llevar a cabo sus experimentos, es decir, es una biografía histórica en el sentido de que no sólo se centra en Harvey. Aunque es importante el personaje, nos da mucha información de cuáles fueron las condiciones que le permitieron pensar en el corazón como una parte fundamental de la circulación de la sangre”.

El libro está basado en tratados médicos y en discusiones científicas que hubo durante esa época, pero son presentados en forma de diálogos simples, de tal forma que se pueda tener una lectura amena.

El historiador finaliza al decir que el descubrimiento de Harvey abre la puerta a la nueva medicina porque es donde se empieza a destacar el valor de la experiencia sensible, del experimento, cuando se empiezan a cambiar los conocimientos históricos que teníamos del cuerpo humano.

Al respecto, Oseguera Moguel comenta que “es un hito en la historia de la ciencia en el mundo, y es curioso que todos hablemos del corazón y lo usamos metafóricamente y poca gente sabe realmente como surgió, cómo funciona sin entrar en los terrenos fisiológicos puros. Considero que es falta de curiosidad de la gente, creo que es el gran reto del FCE, el difundir algo así porque es cultura”.

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