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La economía mexicana va a crecer menos de lo esperado en 2016 y 2017, con expectativas de inflación más altas que las previstas originalmente, con un dólar más caro respecto al peso y en medio de un ambiente menos propicio para los negocios y las inversiones, reveló la más reciente encuesta del Banco de México (Banxico).

De acuerdo con el reporte sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado de septiembre, las proyecciones del PIB se redujeron de 2.20% a 2.10% para 2016, y de 2.60% a 2.40% en 2017.

Lejos quedaron los pronósticos que hace un año previeron una expansión económica de 2.80% para este año y de 3.30% para el próximo.

Este menor dinamismo económico se combina con una percepción menos favorable para los empresarios y para las perspectivas de los negocios.

La encuesta de septiembre detalló que prácticamente la mitad de los 37 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero que participaron en el ejercicio del banco central mexicano cree que el clima de los negocios para los próximos seis meses va a empeorar. Sólo 15% ve una mejoría y 36% asegura que va a permanecer igual.

Peor aún, nueve de cada 10 entrevistados aseguraron que actualmente la economía no está mejor que hace un año, y en esa misma proporción consideraron que es un mal momento o no está seguro si la coyuntura actual es buena para realizar inversiones.

Hace un año, las respuestas contrastaban con estos resultados, pues en su mayoría eran más favorables que el entorno que prevalece ahora.

Obstáculos para el crecimiento. Aunque las preocupaciones por el entorno externo dominaron las respuestas de los temas que puede obstaculizar el crecimiento económico de México, varios asuntos locales también estuvieron presentes en las respuestas de los expertos.

La debilidad del mercado externo y la economía mundial se llevó 22% de los señalamientos como factores contra el dinamismo de la economía mexicana; le siguió la plataforma de producción petrolera, con 10%; el precio de exportación del petróleo, con otro 10%, y la inestabilidad financiera internacional, con 8%.

También aparecieron en la lista de preocupaciones la incertidumbre cambiaria, los problemas de inseguridad pública, la inestabilidad política internacional, la contracción de la oferta de recursos del exterior, la debilidad en el mercado interno y la incertidumbre política nacional.

Se encarecen perspectivas. Los analistas entrevistados por el instituto central también ajustaron al alza las expectativas de la inflación general para el cierre de este año.

De 3.12% que se estimó en la encuesta de agosto pasado, ahora se prevé que alcance 3.20%, de acuerdo con los resultados de septiembre.

En las recientes fechas algunos productos en el país, particularmente la gasolina, han aumentado su precio y han tenido una incidencia en torno al indicador macroeconómico.

Aunque las previsiones se ajustan a una tasa mayor, la proyección de 3.20% para la inflación general de este año se ubica dentro del objetivo que establece el Banco de México.

Para el próximo año no hubo modificación, pues se mantuvo en 3.40%, aunque sÍ se prevé una tasa superior que la de 2016.

Otro indicador con perspectivas menos favorables es el del tipo de cambio para el cierre de este año.

Comprar un dólar, de acuerdo con los expertos, va a costar 18.90 pesos, monto superior a los 18.50 que estimaban antes.

Para 2017, el ajuste pasa de 18.22 pesos por unidad de la moneda estadounidense, a 18.60 pesos.

Mercados nerviosos. El director del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, Héctor Villarreal, dijo que con los resultados de la encuesta percibe a un Banco de México y a los analistas participantes muy nerviosos por el entorno general.

“La economía no termina de repuntar, las previsiones de crecimiento siempre van a la baja. Si bien no hay visos de una crisis macroeconómica si hay una percepción de un congelamiento de la economía en muchos sectores”, explicó.

El experto comentó que para el próximo año el sector privado puede tener mayor participación en algunos sectores económicos y que permitan un repunte en su dinamismo, cosa contraria del sector público, de donde simplemente no se ve cómo pueda apoyar a una mejora.

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