La historia del México contemporáneo no podrá estar completa sin un estudio acucioso de las aportaciones políticas de Porfirio Muñoz Ledo.

Conocí a Porfirio en la preparatoria del Centro Universitario México. Nos educaron los hermanos maristas con una visión de grandeza nacional y un serio compromiso social.

Ahí destacó ganando premios de oratoria y por su instintiva curiosidad de lecturas que incansablemente buscaba y sorprendentemente recordaba.

Además de la oratoria fue campeón de boxeo y ganó un campeonato de mambo.

Llegamos a la UNAM, a la Facultad de Derecho, donde la crítica política tuvo para Porfirio como premisa acotar el poder presidencial omnipotente que sometía el ejercicio de los otros poderes y la soberanía de los estados.

También coincidimos en el Senado de la República, él como presidente del Partido de la Revolución Democrática y yo como senador por Veracruz del PRI.

Sus debates en tribuna fueron quizá la más grande participación de un legislador que registra el diario de debates.

La historia de Porfirio tiene millones de anécdotas, una de ellas fue cuando en tribuna decía que el periódico Le Monde reconocía que México estaba al borde del precipicio.

Mandé pedir la impresión del periódico, pues tenía yo la primera y la única cuenta de internet que había entonces en todo el Poder Legislativo mexicano, Porfirio se sorprendió cuando desde tribuna vio que tenía la primera plana de Le Monde, y al término de la sesión entró como locomotora en mi oficina preguntando por qué tenía yo ese periódico si él mandaba a una persona diario a la puerta del avión que llegaba de París para ser el primero que recibiera todos los periódicos de Europa; descubrió internet y se maravilló con su contenido y siguió fustigando en tribuna el presidencialismo.

Fue muy valiosa su participación en la creación del Instituto Federal Electoral, pero quizá menos conocida fue su vocación federalista. Juntos impulsamos el Acuerdo de Gobernadores del Golfo de México, con el cual desde Florida hasta Quintana Roo los gobernadores de ambos lados de la frontera, apoyados con Kika de la Garza, integramos un nuevo escenario de la relación entre ambos países. Porfirio apoyó mucho el surgimiento de la Conferencia Nacional de Gobernadores, y venciendo la resistencia del gobierno de Fox, los gobernadores del Partido Acción Nacional se integraron a la Conago.

En especial reconocía la importancia de impulsar una reforma del Estado con un enfoque federalista. Recuerdo que, como acostumbraba con sus discursos, dejó callados a sus críticos cuando reconoció que el nombre oficial de México era y sigue siendo Estados Unidos Mexicanos.

El legado de Porfirio es la muestra de un mexicano que dentro y fuera del poder o de tener o no un cargo público demostró que se puede apoyar el país, se pueden mejorar sus instituciones, se puede fortalecer su democracia, pero sobre todo se puede creer y tenerle fe a México desde una mente comprometida con sus ideas, con sus valores y con su país.

Mucho faltará Porfirio en los años por venir, mucho debemos aprender de él, es obligado.

Cuando un amigo se va quedan los recuerdos y se añoran los tiempos compartidos.

Rúbrica. Al calor del tiempo. El planeta vive los días más calurosos de su historia, ¿qué lección más se necesita para corregir el daño al medio ambiente?

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.