Ninguna persona es una isla;

la muerte de cualquiera me afecta,

porque me encuentro unido a toda la humanidad;

por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas;

doblan por ti.”

John Donne (1572-1631)

Quizás la más preocupante de entre todas las cosas que le han fallado al gobierno de Morena es el creciente problema de la seguridad de las familias. Cualquier familia se siente hoy en mayor o menor medida insegura en cualquier estado de la República.

La ola de violencia que vivimos en México, que en las últimas semanas se ha recrudecido, tiene como causa directa la ausencia de estrategia de seguridad del gobierno de Morena. O se han rendido o, por cobardes e irresponsables, han acordado con el crimen organizado y, en consecuencia, le han entregado el territorio mexicano. Los mexicanos estamos viviendo la mayor ola de violencia de la época moderna y lo único que sabe hacer este gobierno es evadir responsabilidades y dar declaraciones en la conferencia mañanera para evitar la responsabilidad. La falta de estrategia de seguridad y la irresponsabilidad con que se ha conducido el actual gobierno han dado lugar a más de 150 mil asesinados en lo que va del sexenio.

Entre estas miles de muertes violentas incluimos a dos jesuitas que, por su testimonio de amor y servicio a los demás, conmovió profundamente a muchas personas y organizaciones (pero no al presidente ni a su gobierno). Tuve la oportunidad de conocer especialmente a Javier Campos “El Gallo” y somos muchos a los que nos consta su vocación llevada al extremo. Los hechos ocurrieron el pasado 20 de junio de 2022 en un templo (lo que conocemos como la Iglesia de Cerocahui en el municipio de Urique, Chihuahua). Con estos dos sacerdotes murió también Pedro Palma quien se quiso refugiar en el templo y por el que salieron a auxiliarle los sacerdotes. Pedro era un estudioso del turismo de la Sierra Tarahumara. Todavía recuerdo cómo su hijo escribía tuits preguntando por el paradero de su padre.

El Estado Mexicano ha dado por concluido el caso porque encontraron muerto, más bien asesinado, al homicida apodado “El Chueco”. Nadie supo quién lo mató. Es cierto que el gobierno de Chihuahua (encabezado por la propia gobernadora Maru Campos) ha organizado las mesas de seguridad y las reuniones para la intervención en la Sierra Tarahumara, pero el gobierno federal -que es el responsable de la ola de violencia- no hizo nada.

En un inusual y afortunado comunicado conjunto la Comisión Episcopal Mexicana y la Compañía de Jesús (“los Jesuitas”, como los conocemos) denunciaron la violencia generalizada y convocaron a reflexionar “sobre la importancia de trabajar juntos por el bien y la paz”. Anunciaron una misa especial -que celebraron ayer domingo- y para mañana martes 20 de junio convocaron a todas las Iglesias y capillas de México a hacer sonar las campanas durante un minuto a las tres de la tarde en memoria de Javier Campos “El Gallo”, de Joaquín Mora, de Pedro Palma y de cada víctima de la violencia, así como un clamor por la justicia y el refrendo de un compromiso por la paz

Así es que mañana martes 20 a las tres de la tarde, cuando oigas que “doblan las campanas” no preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

Diputada federal

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