El pasado domingo 19 de mayo, se llevó a cabo el tercer y último debate presidencial, probablemente el más importante tanto por contenido, como por su cercanía al cierre de las campañas.

Como se pudo observar en este proceso, el formato de los debates no favoreció una verdadera exposición y explicación de las propuestas de cada candidata, tampoco permitió un discusión de ideas para entender qué plataforma tiene la mayor probabilidad de cristalizarse y lograr resultados.

A pesar de las limitaciones que impone el formato, las candidatas tampoco mostraron interés en expresar cómo sería su estrategia de seguridad. La calidad de las ideas expuestas y el tono del debate fueron sumamente decepcionantes, en los pocos minutos dedicados a un tema tan complejo se expusieron generalidades poco originales y una de las candidatas usó su tiempo para dar un dato falso tras otro.

Sheinbaum habló de resultados de la estrategia nacional de seguridad y mostró gráficas en las que se destacaban importantes reducciones del homicidio y el secuestro. Asimismo, insistió en que gracias a ella, en la capital del país hubo una reducción del 58% en los delitos de alto impacto.

Lamentablemente nada de ello es real. A nivel nacional no se puede afirmar que exista o haya existido una estrategia de seguridad ni que las acciones de este gobierno hayan logrado reducir delitos.

Por ejemplo, con base en los datos oficiales de incidencia directiva podemos observar que en este sexenio el homicidio doloso creció casi 40% respecto al anterior y casi 60% respecto al de Calderon.

Por lo que refiere al secuestro, la reducción que se presenta en datos oficiales es de aproximadamente el 40% y no el casi 80% del que habló Sheinbaum. Además, dichas reducciones fueron efecto de los subregistros y no de una mejor atención al delito; existe evidencia de que tan sólo en los últimos 3 años más de mil víctimas de secuestro no fueron reportadas en la estadística oficial.

Los datos oficiales desmienten que en la capital los delitos de alto impacto hayan bajado 58%. La estadística demuestra que los delitos en Ciudad de México se comportan de la misma manera desde 2015 y que tanto el homicidio doloso como el feminicidio crecieron 16% y 35% respectivamente.

Sobre la desaparición de personas, Sheinbaum también mintió. La candidata morenista afirmó que en Ciudad de México existe un modelo efectivo para localizar a quien desaparezca pese a que en su administración éstas crecieron 1,359%.

Sobre el mismo tema Gálvez se limitó a decir que ella misma dirigiría las reuniones de la Comisión Nacional de Búsqueda.

Nadie explicó cómo recuperarían el territorio nacional para evitar el surgimiento de nuevas fosas clandestinas, cómo incorporarían a las comisiones de búsqueda local -que dependen de los gobiernos estatales- arqueólogos y dentistas forenses, cómo resolverían el desabasto de reactivos ni de qué manera garantizarían el acceso a la justicia para los deudos.

Ambas candidatas hablaron de cooperación entre autoridades, de fortalecimiento institucional, de mejora salarial para los policías, pero en ningún caso hablaron de qué modelo seguirían para fortalecer a dichas instituciones, cómo llevarían a cabo el proceso, cuáles serían los indicadores de desempeño y resultado con los cuales evaluarían tal reingeniería institucional, cuánto nos costaría o de dónde saldrían dichos recursos.

Gálvez habló de desmilitarizar la seguridad, asumiendo que ello se logra con sólo dar una instrucción. Sheinbaum omitió hablar del rol de las fuerzas armadas en seguridad.

La candidata morenista habló de los programas de transferencia directa de dinero como parte de una estrategia de prevención, pese a que ninguno de ellos ha tenido un efecto de reducir los delitos. De hecho, decidió ignorar que los principales factores que inducen a las personas a delinquir son la impunidad, la violencia familiar, la dependencia de sustancias, la informalidad y la falta de acceso a la educación, temas en los que su administración y el gobierno federal fracasaron rotundamente.

En ningún momento se habló de combatir el lavado de dinero o de debilitar los recursos de los grupos delictivos -efectivo, armas y drogas-. Tampoco explicaron cómo combatirían la extorsión, la trata y el tráfico de personas, el robo a transporte de carga, el robo de hidrocarburo, la minera ilegal, la tala clandestina, la pesca, ilegal, el contrabando, la piratería, la venta de especies protegidas, el secuestro, las violaciones, la violencia familiar, el robo en la vía pública o en el transporte público.

Es decir, fue un debate sin un verdadero debate ni ideas, pero plagado de mentiras.

El miércoles 22, en el Observatorio Nacional Ciudadano presentaremos los resultados del análisis de las propuestas de seguridad de aquellos candidatos a la presidencia y a las 9 gubernaturas en contienda que aceptaron participar en el proyecto Por un México Seguro, un ejercicio en el que cada candidato respondió 300 preguntas específicas acerca de cómo plantean reducir los delitos, la violencia, la corrupción y la impunidad.

Ante un debate tan pobre, en el que las candidatas nos fallaron, este ejercicio será un insumo fundamental para que los mexicanos podamos evaluar por quién votar con base en su propuesta sobre cómo enfrentar el principal problema de nuestro país, la enorme incidencia delictiva.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano

@frarivasCoL

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