El show matutino del presidente López, del pasado viernes 23 de febrero, resultó tan controvertido cuanto revelador: el mandatario confirmó ser un relativista pronto a violar la ley a su conveniencia sin el menor remordimiento.

Todo se debe a que un día antes, el jueves 22, López filtró un mensaje que la jefa de la corresponsalía del New York Times (NYT) le hizo llegar. En éste, la comunicadora pedía sus comentarios acerca de la investigación que las autoridades estadounidenses llevan a cabo sobre el presunto financiamiento de la delincuencia organizada a su campaña de 2018 -misma en la que involucran a su hijo-.

El problema de dicha filtración es que, al exhibir directamente los pantallazos, López mostró públicamente el número telefónico de la titular del NYT en México.

Ello llevó a que en el show del presidente del 23, la periodista Jésica Zermeño de Univisión lo cuestionase por dicha filtración. Las preguntas y observaciones se centraron en recordarle que existe una Ley de Protección de Datos Personales; que México es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo y que con ello ponía en riesgo la vida de su compañera; cerró preguntándole si creía haber actuado bien y si volvería a hacerlo.

Lo esperado hubiera sido escuchar al presidente ofrecer una disculpa, tal vez matizar y comentar que su intención no era poner en riesgo a la corresponsal del NYT en México. Lamentablemente nada de ello sucedió.

López arremetió contra el gremio de comunicadores; argumentó que él, su prestigio individual y su investidura están por encima de la ley; dijo que si la periodista estaba preocupada que cambiase de teléfono y concluyó afirmando que sin duda volvería a publicar los datos personales de quien considere necesario.

¿El presidente está por encima de la ley? Absolutamente no. López llegó al poder bajo las normas electorales, asumió el cargo jurando cumplir y hacer cumplir la ley y el poder de su investidura proviene del conjunto de normas enmarcadas en la Constitución mexicana.

¿Debe existir una sanción al presidente? Sí, ella está establecida en la norma e incluye los beneficios que le da su fuero constitucional.

Sin embargo, más allá de si llega o no a ser sancionado, este hecho confirma que el presidente no se siente obligado a limitar sus actos según lo que establece la ley, que está convencido que para él no aplican las normas y reglamentos y que seguirá actuando según su conveniencia personal.

Hacia finales de los años 90, López no contaba con los requisitos para ser candidato a la Jefatura de Gobierno para la elección del 2000. Pese a ello se postuló.

Fue el temor a una revuelta social por parte de las autoridades electorales que les llevó a ceder y permitirle contender.

Como Jefe de Gobierno, López se vio en repetidas ocasiones involucrado en decisiones al margen de la ley -mismas que casi lo llevan al desafuero-.

En 2006, tras su derrota en la contienda presidencial, López se autonombró presidente legítimo, instaló en Paseo de la Reforma un plantón que duró 48 días y terminó por declarar “al diablo con sus instituciones” cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificó el triunfo de Felipe Calderón.

Ya como presidente, López sistemáticamente ha propuesto reformas inconstitucionales para desaparecer los contrapesos y configurar al Estado a su voluntad. Un ejemplo más, es cuando en 2022 arremetió contra el Poder Judicial, que le dio marcha atrás a sus reformas en materia energética, y lo llevó a declarar “…que no me vengan a mí de que la ley es la ley, no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley…”

Las consecuencias de un presidente que desprecia la ley también las vemos en seguridad: desde 2019, López ha impuesto a mandos militares en instituciones en las que sólo se permiten civiles; omitió presentar en tiempo y forma los Planes Sectoriales de Seguridad y ordenó liberar al hijo del Chapo Guzmán, entre otros casos.

Más recientemente, en 2023, justificó las ejecuciones extrajudiciales del Ejército en Tamaulipas e instruyó a las Fuerzas Federales que le permitiesen a grupos criminales la toma de Chilpancingo y otras partes de Guerrero.

En su campaña de 2018, López repitió incansablemente que se gobierna con el ejemplo, no debe sorprendernos que muchos ciudadanos hayan decidido seguir su ejemplo, filtrar los celulares de las candidatas presidenciales, funcionarios morenistas y del hijo del presidente, para insultarlos y agredirlos.

López lidera el conflicto social, el desprecio por las instituciones, el repudio por la ley y la falta de respeto de los derechos de quienes pensamos distinto a él. Este es su legado, que si no es atendido -con el ejemplo- por nuestra próxima presidenta, nos llevará a la ingobernabilidad y empeoramiento de la violencia social.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano

@frarivasCoL

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