Denise Dresser, Jesús Silva-Herzog Márquez y Leopoldo Gómez lo dijeron con todas sus letras: Claudia Sheinbaum ganó el debate. Lorenzo Córdova y Lorena Becerra fueron en la misma dirección. A mí me tocó moderar en Latinus la mesa de análisis tras el primer debate presidencial y estuve de acuerdo con ellos.

Lorenzo dijo que para Xóchitl fue una oportunidad perdida: los temas agendados para el debate eran los de peor factura para el gobierno —salud, corrupción, transparencia— y los había desaprovechado. Denise, que el mal desempeño de la opositora había permitido a la oficialista ganar aún por los peores motivos (el cinismo para mentir sobre la realidad). Leopoldo abundó que Xóchitl no fue capaz de presentar una idea paraguas de su campaña, ni siquiera despertar la indignación con temas que lo facilitaban (la tragedia del Rébsamen, muertos por la pandemia, abandono a los niños con cáncer). Lorena matizó que, si bien Xóchitl no supo arrinconar a Claudia, la morenista evadió responder temas de altísima gravedad (Línea 12, ivermectina, hijos de AMLO) que pueden resurgir en el post-debate. Jesús dio la puntilla: el desempeño de Xóchitl fue un balde de agua fría para la oposición, ya va siendo hora que se acepte que no es la candidata que se pensó que iba a ser.

Xóchitl tenía que noquear y ni siquiera ganó la pelea. Tuvo a Claudia contra las cuerdas, logró que le cambiara la cara y la dejó zafarse. El descaro de la candidata oficialista para mentir con la flagrancia de su jefe político tuvo que haber sido aprovechado en tiempo real. Mira que decir que no hay impunidad en los feminicidios, que no hizo nada mal en el Metro y que no hay pruebas de la corrupción de los hijos de AMLO…

Tras la mesa, me llevé una buena insultada. Esta vez, desde la oposición. Los mismos epítetos que el obradorato ha tratado de endilgar: vendido, corrupto, chayotero. A los panelistas también les tocó. ¿Alguien en su sano juicio puede sostener esas acusaciones contra algunas de las voces más críticas de esta administración, de las más atacadas desde el poder?

Es el reflejo de un México polarizado, sí, pero también es la incapacidad de aceptar la realidad: hasta la propia Xóchitl Gálvez en entrevistas posteriores al debate, aceptó que no tuvo el mejor desempeño. Debe actuar en consecuencia. Inmediatamente, en modo Plan de Emergencia.

No sé cuántas de esas voces fervientemente opositoras insultaron y descalificaron tras la mesa de análisis porque forman parte de un ejercicio de propaganda de la campaña de Xóchitl. No sé cuántas realmente se crean el cuento de que a Xóchitl le fue bien. La incapacidad de autocrítica y el desapego a la realidad no le hacen ningún favor a la causa opositora. Parece que los contagió el eclipse: están tratando de tapar el sol con un tuit.

Placer culposo: ver a los más recalcitrantes obradoristas ensalzar la mesa, compartirla en sus redes, aplaudir las posturas ahí expresadas y con ello, tirar a la basura cinco años de sus descalificaciones.

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