Cuando los problemas de una sociedad comienzan a ser repetidos y evidentes son resultado de una sintomatología cada vez más incontenible. En la Ciudad de México, también resultado de la descomposición social y la falta de atención médica en temas de salud mental, vemos con mayor frecuencia los suicidios en vías públicas.

Los suicidios recurrentes en las vías del Metro son el pan de todos los días para muchos de los usuarios. Tanto que por alguna razón no son casos mediáticos. Son muertes silenciosas que no parecen subir nunca a la superficie. Apenas una cantidad de personas se ve conmocionada y afectada por los hechos, sin embargo, desde hace algunas semanas, un fenómeno indignó a la sociedad civil de esta ciudad.

Una mujer que perdió la vida al tirarse del octavo piso de un hotel junto al Paseo de la Reforma el pasado 8 de junio. Su nombre era Ara. Y quienes la conocieron quedaron bastante desconcertados por la noticia. La indignación social quedó a partir del espectáculo que se generó alrededor de su suicidio. Personas que circulaban por esa calle aquel día decidieron grabar los hechos que apoyar directamente a esta mujer. Los empleados de hotel hicieron lo mismo. Tras 30 minutos de suspenso en el ventanal del edificio, Ara se aventó y quedó grabado en las miradas y los celulares que la observaban, imágenes que rápidamente fueron difundidas en redes sociales. Minutos más tardes, el suicidio de Ara sería también un espectáculo de la opinión pública.

Apenas hace unos días. A la misma altura donde se suicidó Ara, un hombre del que no hay mucha información, también se quitó la vida básicamente de la misma manera.

Estos actos que parecen atraer demasiado la opinión pública y parecieran hechos aislados generan también una interesante reflexión sobre nuestra percepción, pues como decía al principio, los suicidios son desafortunadamente cada vez más comunes. En México en 2021 se observaron 8,447 suicidios

consumados, 1,224 más que en 2019 según el INEGI. Además por cada suicidio consumado hay al menos 20 intentos de suicidio no letales.

Este problema de salud pública en el mundo es una realidad también para nosotras y nosotros en México. Pues entender que es un problema que crece también es un momento importante para mirarlo de frente y buscar soluciones para enfrentarlo. Algunos factores a considerar, por ejemplo son padecer una enfermedad mental, padecer una enfermedad crónica sobre todo si provoca dolor, consumo de sustancias incluyendo alcohol, pertenecer a grupos de alta vulnerabilidad (LGBT, VIH, antecedentes de abuso, menores de edad solos, entre otros) así como el estrés y la ansiedad causados por el agotamiento físico y mental.

La prioridad de nuestra salud mental es fundamental para construir una sociedad mejor. Por eso mismo creo que al mirar el problema sabremos encontrar posibles rutas para mejorar la calidad de vida no solo de los capitalinos sino del resto del país, pues nos debemos los unos a los otros, pasar de ser observadores de la tragedia para ser solidarios en las necesidades de otros ciudadanos. Ahí comienza el verdadero cambio.

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