Siem Reap.— Originaria de Tanzania, Zefania es considerada una heroína en Camboya, un país que continúa enfrentando la amenaza latente de minas antipersonales, la mortífera herencia de tres décadas de guerra civil.

No se sabe con precisión cuántas vidas ha salvado durante los casi cinco años que ha ayudado a detectar minas terrestres, pero se calcula en miles.

Tranquila, dócil, inteligente y con un sentido de olfato muy desarrollado, Zefania es una rata gigante africana perteneciente a la especie Cricetomys gambianus. Llegó a Camboya procedente de Tanzania en 2019 y actualmente forma parte del pelotón de 43 roedores que conforman la unidad de detección de minas personales operada por Desarrollo de Productos de Detección de Minas Terrestres Antipersonal (APOPO), una ONG especializada en soluciones innovadoras usando animales.

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Z e fa n i a tiene dos adiestradores, sólo convive con seres humanos y desde los cuatro meses ha crecido rodeada de personas. Además, se prevé que viva entre seis y ocho años. Foto: Inder Bugarin
Z e fa n i a tiene dos adiestradores, sólo convive con seres humanos y desde los cuatro meses ha crecido rodeada de personas. Además, se prevé que viva entre seis y ocho años. Foto: Inder Bugarin

El año pasado, el proyecto camboyano liberó de explosivos 13 millones 183 mil metros cuadrados. En total, detectaron 508 minas antipersonales, 417 minas terrestres y 60 bombas de racimo.

El desempeño de los roedores ese año habría beneficiado directamente a 14 mil 645 personas e indirectamente a otras 30 mil 485. El macho Ronin, de 5.5 años, se colgó la medalla el año pasado como el más eficaz.

Camboya sufrió de la década de los 60 a los 90 como pocos: bombardeos estadounidenses, el brutal régimen de los Jemeres Rojos, tres décadas de guerra civil y la ocupación vietnamita. Durante ese periodo se usaron todo tipo de minas, de fragmentación perimetral, direccionales, omnidireccionales y antivehículos.

Tres décadas después del fin del conflicto, con la celebración de elecciones legislativas en 1993, los artefactos explosivos siguen matando, hiriendo e impactando en la vida cotidiana de las comunidades.

Históricamente el problema se ha concentrado en los 21 distritos del noroeste, a lo largo de la frontera con Tailandia. Fue resultado de la construcción de un cinturón defensivo de mil 46 kilómetros de largo, instalado a mediados de los años 80 por el gobierno respaldado por Vietnam para impedir el regreso del brutal dictador Pol Pot y sus insurgentes de los Jemeres Rojos.

Se estima que ahí se sembraron unas 2 mil 400 minas por kilómetro lineal. En 2012, un proyecto liderado por la Autoridad Camboyana de Acción contra las Minas y de Asistencia a las Víctimas (CMAA) cuantificó el área contaminada por minas antipersonales en más de mil kilómetros cuadrados.

A esto habría que añadir los restos de las municiones de racimo lanzadas por los aviones estadounidenses entre 1965 y 1975, de 1.9 a 5.8 millones, concretamente a lo largo de las fronteras con Laos y Vietnam.

El país lleva décadas limpiando campos minados. El objetivo es “Camboya libre de minas” para 2025. Sin embargo, una fuente de APOPO dijo a este diario que esa meta es inalcanzable; prevé que se necesitan de 10 a 15 años más.

En el 23 aniversario del Día Nacional de Concientización sobre el Problema de las Minas, el primer jefe adjunto de la CMAA, Ly Thuch, informó que hasta febrero de 2023 había todavía alrededor de 288 kilómetros cuadrados de tierra plagados de minas terrestres y restos explosivos. De acuerdo con datos gubernamentales, el número de víctimas ha disminuido, de 4 mil 320 en 1996 a 41 en 2022.

Un oficial de APOPO sostiene que las principales víctimas son los niños y madres de familia.

“Son juguetes muy atractivos para los niños, cuando los encuentran se los avientan entre ellos como si fuera una pelota”, añade.

“En zonas remotas de provincia, el material de artillería abandonado es usado en cocinas improvisadas. Ha habido casos en los que misiles son usados como base de lo que pretende ser una estufa”, dice.

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El día de Zefania

El día laboral comienza para Zefania a las 5:00 horas, con desayuno, baño y caricias de su entrenador, a quien conoce desde el momento en que llegó a Camboya. Por el tiempo que conviven, el cariño y apego es mutuo.

Del campamento es trasladada en su jaula al campo de trabajo, en donde entra en acción entre las 6:30 y las 8:30, antes de que comience a arreciar el calor. Antes tiene una breve sesión de calentamiento de unos 20 a 30 minutos.

Su equipo está compuesto por dos adiestradores, quienes la sujetan con un arnés a una cuerda, mientras con su olfato inspecciona meticulosamente la zona. Un segundo equipo opera atrás de ella para autentificar el resultado. Si encuentra un explosivo se escucha clic y al volver a los brazos de su entrenador es premiada con un cacahuate o trozo de plátano. Posteriormente la unidad especializada en explosivos del gobierno de Camboya interviene para detonar el artefacto.

Al finalizar su jornada laboral, vuelve a su jaula de origen, descrita en APOPO como un hotel cinco estrellas, por las atenciones que recibe. Más tarde es sometida a una inspección de salud. Por la tarde es llevada a un espacio asignado para hacer ejercicio, también tiene una breve sesión de entrenamiento.

Como sus colegas, nació en criadero y tan pronto como abrió los ojos ha estado expuesta a todo tipo de objetos, sonidos y olores, de ahí que esté familiarizada con los entornos donde vive. Sólo convive con seres humanos, desde los cuatro meses de edad ha crecido rodeada de personas. Está previsto que viva entre seis y ocho años. Su jubilación se acerca, suelen retirarse tras cinco años de servicio.

Baten detectores y laboratorios

Cuando se trata de rastreo de minas, la rata de Gambia, nombre formal, prácticamente no tiene rival en cuanto a costos, tiempos y alcance, según se informa en el Centro para Visitantes de APPO, ubicado en las inmediaciones de la ciudad de Siem Reap.

Son infalibles, tienen una efectividad superior a 99%; pueden oler dinamita en bajas concentraciones y a profundidad de hasta 20 centímetros. Tiene varias ventajas frente a los perros rastreadores: una de ellas es que requiere de menos cuidado y por tanto son menos los costos. El cuidado diario de una rata se estima en 6 euros (110 pesos mexicanos). Desde el aspecto operativo, reducen drásticamente los riesgos; las minas antipersonal se activan por presión. Normalmente se requiere un peso de unos 5 kilogramos.

Las ratas de APOPO no superan los 1.5 kilos, de ahí que hasta la fecha ninguna ha resultado herida ni muerta.

Reducen tajantemente el tiempo de trabajo. Una HeroRAT puede rastrear un área del tamaño de una cancha de tenis en 30 minutos; un experto humano con un detector de metales tarda hasta cuatro días; sin embargo, pueden operar en el bosque, donde los perros son altamente eficaces, ni tampoco en campos cultivados de arroz o maíz, el apetito las distrae.

En el pasado se ha tratado de entrenar ratas de Camboya y de otras partes del mundo, pero a la fecha han fracasado. Otras especies suelen ser agresivas y tienen poca concentración.

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Son diversos los motivos por los que la flota operativa de APOPO no se expande; uno de ellos es el costo. El adiestramiento en Tanzania, en donde pasan o reprueban el examen final, tiene un costo de 6 mil euros (casi 111 mil pesos). Al mismo tiempo la demanda crece y los criaderos no pueden cubrirla. Por lo general las parejas reproductoras tienen de dos a tres camadas por año, con una a cinco crías cada una.

En la actualidad APOPO tiene operaciones, entre otros, en Turquía, Azerbaiyán, Sudán del Sur, Senegal, Angola y Zimbabue. Próximamente implementará un programa contra minas en Ucrania. Etiopia, Mozambique y Tanzania las usan para detectar tuberculosis. Una rata analiza 100 muestras de esputo en 20 minutos, mientras que el laboratorio tarda hasta cuatro días.

Igualmente ha resultado ser eficaz para identificar el pangolín, un mamífero de la familia del armadillo en peligro de extinción y que es codiciado en algunos países asiáticos, como China y Vietnam, donde se usa como medicina contra el asma o la artritis.

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