“Ganar un Grammy no significa que para una orquesta de 18 personas sea más fácil hacer una gira. Hay un joke, un chiste neoyorquino: aunque ganes un Grammy te va a faltar una tarjeta para entrar al Metro. No es algo con lo que cambie mucho la vida cotidiana; todavía hay que trabajar y esforzarse para que el grupo tenga oportunidades y que la música se comparta de una forma más amplia hacia el mundo. Pero los premios también ayudan a que (ALJA), organización sin fines de lucro, rebautizada como Belongó y de la que la orquesta es parte, tenga más posibilidades”, dice el baterista Zack O’Farrill, quien participa en la gira que la banda liderada por su padre, tiene en México.

Sus palabras se enmarcan en un hecho concreto: el Grammy al Mejor Álbum de Jazz Latino que, en febrero, ganó la agrupación por su lanzamiento Fandango at the Wall in New York, cuyas piezas —sones jarochos, jazz estadounidense— conforman el programa de sus conciertos donde se invitará a músicos veracruzanos, con la Big Band como base, además de incluir un homenaje a Chico O'Farrill, compositor, arreglista cubano y padre de Arturo.

Hoy, a las 20 horas, es la primera de estas presentaciones en el Palacio de Bellas Artes; le sigue la del día 29, en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, a las 20 horas, para la clausura de la edición 51 del Festival Internacional Cervantino.

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Hace 22 años la orquesta estuvo por última vez en Bellas Artes: “Ese recuerdo está en mi corazón y por eso regresar aquí es un milagro que le debo a ustedes, al público, porque es como regresar a mi casa, a mi tierra, con mi gente. No hay palabras para agradecer el tesoro de volver a México”, fue una de las declaraciones del pianiasta Arturo O'Farrill, quien nació en México, pero radica en Estados Unidos, donde está asentada la banda.

Cuando O'Farrill fundó la orquesta, en 2002, tuvo el acierto de bautizarla como The Afro Latin Jazz Orchestra, recuerda Zack. Se atrevió a no llamarla cuban jazz ni latin jazz, en un tiempo en el que la concepción del jazz latino en Estados Unidos era la de ritmos cubanos que se entrelazan con la improvisación del jazz norteamericano.

Su padre contaba que la tradición de mezclar los ritmos propios de un país de América Latina con la improvisación, el jazzeo, era algo que ocurría prácticamente en toda América: “En la Ciudad de México, que es como la capital del mundo hispanohablante, mi papá vio que había gente que mezclaba el jazz con el son jarocho; en Venezuela se hacía lo propio, pero con el merengue; en Colombia era la cumbia. El objetivo de la orquesta es la exploración de todo esto; no sólo el mundo, ya conocido, de los ritmos cubanos con la improvisación de jazz. El objetivo es convertirse en un vehículo para compositores de todos lados, a los que la escena norteamericana no les va a hacer caso”.

Hay aspectos de la tradición del son jarocho, continúa Zack, que se relacionan estrechamente con otros géneros latinoamericanos: la música cubana y ciertos ritmos de Venezuela y Perú, que han hecho interesante la exploración del son jarocho en otro contexto.

ntegrantes de la banda durante una presentación en la calle, en el arco de una alianza con el distrito de Downtown Brooklyn de Nueva York. Foto: Arturo O´Farrill y The Afro Latin Jazz Orchestra
ntegrantes de la banda durante una presentación en la calle, en el arco de una alianza con el distrito de Downtown Brooklyn de Nueva York. Foto: Arturo O´Farrill y The Afro Latin Jazz Orchestra

Es importante resaltar que Fandango at the Wall in New York, puede entenderse también como un posicionamiento, una forma de ser latinoamericano en Estados Unidos: el álbum previo, Fandando at the Wall, grabado con la colaboración de artistas como Antonio Sánchez y los Hermanos Villalobos, en el muro que separa a México del país del norte, inspiró un largometraje producido por HBO y una continuación, el ya mencionado Fandango at the Wall in New York. Y si, más allá de la música, estos discos sirvieron para que Arturo O´Farrill comunicara su mensaje sobre la identidad, un proyecto paralelo, la ALJA / Belongó, fundado en 2007, que busca el impacto tangible en la sociedad. Se trata de una organización sin fines de lucro que se dedica, por decirlo de forma llana, a difundir el jazz y las raíces musicales con las que la identidad resiste.

“Esto es más importante que la fama que le da a uno ganar el Grammy”, retoma la palabra Zack. “Gran parte de nuestros programas educativos son gratis; son para la comunidad. Tan sólo este año llevamos programas a 29 escuelas públicas en Nueva York. Calculo que de éstas, 18 o 19 no pagaron nada gracias a las becas y el dinero donado a la organización”, explica el músico, quien, además, es el encargado de los programas educativos de Belongó y exdirector de los Fat Cats, banda de artista adolescentes que se desintegró durante la pandemia, aunque su nombre hoy lo lleva el programa educativo en Nueva York: Como un homenaje a los orígenes, a nuestra fundación, decidimos quedarnos con el nombre”.

En el año escolar, que concluyó en junio, alrededor de 40 músicos, de los cuales seis pertenecen a la orquesta, trabajaron con mil 500 estudiantes: “Ellos van directo a las escuelas para darles clases de instrumentos desde cero a los niños. Es un poco difícil cuando un miembro de la banda viaja. No es el fin del mundo, claro, pero la administración prefiere que haya continuidad con los maestros”.

El mensaje es claro: el éxito de la orquesta, al que tantos artistas ambicionan, es la plataforma de ciertas acciones que suceden de forma más discreta, menos expuesta, quizá, ante el ojo público. Plan maestro altruista y eslabón que se une con una obra más ambiciosa anunciada para 2026: la apertura de Casa Belongó en un inmueble conocido como Timbale Terrace, “La terraza del timbal”, edificio de 19 pisos con 240 unidades departamentales en East Harlem o el Spanish Harlem, barrio al norte de Manhattan en Nueva York; éstas servirán para gente que necesita un soporte, estabilidad material o psicológica: indigentes y personas con problemas de salud o adicciones.

En la planta baja, Belongó tendrá su propio centro de arte y cultura afrolatina, que contempla un teatro, espacios educativos y de coworking, oficinas, salas de concierto, orquestas de salsa para adultos mayores y aulas para dar clases de inglés, español, actuación, baile y demás.

“Estamos en proceso de construir en conjunto con Lantern Organization y Mega Development. La primera se dedica a los servicios sociales; la segunda, al desarrollo de edificios. Entre los tres hicimos un equipo para conseguir un inmueble en East Harlem, zona muy latina, muy obrera, casi dejada en el olvido debido a la gentrificación y el desarrollo de la ciudad”, dice Zack.

La agrupación rendirá homenaje al compositor cubano Chico O'Farrill y experimentará la tradición del jazz estadounidense y el son jarocho. Foto: Arturo O´Farrill y The Afro Latin Jazz Orchestra
La agrupación rendirá homenaje al compositor cubano Chico O'Farrill y experimentará la tradición del jazz estadounidense y el son jarocho. Foto: Arturo O´Farrill y The Afro Latin Jazz Orchestra

Mientras tanto, Belongó sigue trabajando en programas comunitarios para que la gente reconozca su sello y se entusiasme en los meses que faltan hasta la inauguración del inmueble. “Durante primavera y verano hacemos muchos conciertos gratis para el público, al aire libre. Queremos que la gente nos identifique y esté dispuesta a abrirse a la diversidad cultural entre latinos y estadounidenses".

El lote se ubica en Park Avenue y 118th Street y pertenece a la ciudad de Nueva York. “Esto es resultado, también, de una búsqueda de proyectos que querían utilizar el lote para el mejor propósito. Para eso nos unimos con Lantern Organization y Mega Development”, concluye.

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