Casi 20% de quienes habitan la Ciudad de México son niñas y niños, por eso, cuando pienso en una ciudad utopía, diseño en mi mente un lugar donde las infancias puedan ejercer sus derechos plenamente, aquellos establecidos en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de los que, todavía hoy, no todos gozan. Y es que en el país se estima que 3.3 millones de niñas y niños son víctimas de trabajo infantil, violentando así su derecho a la educación, al descanso y al esparcimiento, como lo dicta el artículo 13 de dicha ley.

Imagino también una ciudad donde niñas y niños se desarrollen en un ambiente inclusivo, en el que, por ejemplo, haya opciones de movilidad, esparcimiento y formación para que 7.8% de las y los menores que, de acuerdo con el Inegi, viven con algún tipo de discapacidad en nuestra capital se sepan parte de la sociedad y no sufran discriminación. Sobre todo quiero que todas y todos puedan acudir a la escuela.

Anhelo Escuelas Utopía con albercas, salas de música con instrumentos, salones de cómputo e instalaciones deportivas. Escuelas Utopías que garanticen a las infancias su derecho al futuro.

En su libro La ciudad de los niños, el pedagogo italiano Francesco Tonucci nos invita a construir un nuevo modelo de ciudad, donde las infancias participen en su comunidad y cuenten con espacios seguros, formativos y recreativos que les permitan echar a volar libremente todas sus capacidades. De acuerdo con la filosofía del europeo, una ciudad segura para los más pequeños es indicador de una ciudad justa e igualitaria para todas y todos.

Mi sueño es incorporar esta visión a la Ciudad de México, donde el espacio público, las calles y la seguridad estén pensadas específicamente para niños y niñas, quienes también representan el presente de nuestra Ciudad.

Lo realizado por el presidente Andrés Manuel López Obrador y la doctora Claudia Sheinbaum en esta materia conforma los cimientos para construir el país de la Cuarta Transformación que soñamos, por lo tanto, es necesario continuar y profundizar la labor de una ciudad cuidadora de las infancias.

Prueba de los avances en la capital es el programa Bienestar para Niñas y Niños, Mi Beca para Empezar, que ha garantizado que las y los estudiantes de educación básica reciban un apoyo económico para que no abandonen sus estudios. Este apoyo, que comenzó con 350 pesos mensuales por niña o niño en 2019, se ha casi duplicado para llegar a los 650 pesos mensuales.

Queremos también construir una ciudad sana, con menores bien alimentados, donde la obesidad y el sobrepeso dejen de afectar a 19% de los menores que hoy lo padecen en la Zona Metropolitana del Valle de México, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2022. Vamos bien, se han logrado muchos avances, pero todavía podemos profundizar el trabajo para cerrar las brechas de derechos.

Aunque lo más común es preguntarles a las niñas y niños qué quieren ser de grandes, a mí me encanta que me pregunten qué quisiera hoy de volver a ser pequeña. Por eso tengo siempre en mi escritorio el libro de Tonucci, una fuente de inspiración para crear espacios estimulantes de la creatividad, calles que fomenten la colaboración y el juego libre de estereotipos. Ya lo hemos hecho, ¿seguimos soñando con lo que queremos ser y hacer si fuéramos chicos?

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