En días pasados circuló una imagen en la que se veía un pequeño espejo de agua al final de un primer plano con tierra erosionada que señalaba que en esas condiciones se encontraba el lago de Pátzcuaro. La imagen se hizo viral. Se llegó a decir que ya se podía llegar caminando a la isla de Janitzio. Era una noticia impactante, triste y desalentadora porque se trata de un lago emblemático cargado de recuerdos. Ahí se filmó la película Redes. Ahí se inspiró Agustín Lara para hacer una canción con las redes plateadas de los pescadores. Esas redes en forma de mariposa que también quedaron inmortalizadas en las placas de grandes fotógrafos y que hoy no existen más.

Visité el lugar el pasado 22 de abril a invitación de un grupo de mujeres indígenas de la zona. Llegamos al embarcadero para ir en lancha a Yunuén. Unas máquinas estaban realizando tareas de desazolve muy cerca de la orilla para aumentar la profundidad en esa parte del lago. Me comentaron que el azolve se debe a que durante las lluvias ya no hay suficientes árboles que detengan la tierra y que las orillas del lago se llenan de sedimentos a consecuencia de los cambios de uso de suelo regulares e irregulares.

Desde el 8 de marzo pasado, el grupo de mujeres que me invitó ya había dado a conocer una Declaración para la restauración y conservación de la cuenca que firmaban representantes de Janitzio, Tecuena, Yunuén, Urandén y la comunidad de Cuanajo. Usaron como apoyo jurídico la Recomendación General 39 de la CEDAW que en una parte habla de la relación espiritual que las mujeres y niñas indígenas tienen con los recursos naturales y el apoyo que debe dar el Estado (en nuestro caso Federación, Estados y Municipios) para todas las acciones que ellas emprendan en relación con la tierra y el agua, así como medios de protección a las defensoras para que desempeñen su labor sin ningún riesgo.

Lo que es un hecho es que el Lago de Pátzcuaro que sigue siendo un gran cuerpo de agua, perdió desde hace años su transparencia por la presión de las actividades agropecuarias, pesqueras, forestales y el crecimiento poblacional. Desde hace años se comenzaron a hacer estudios sobre esta importante cuenca que tiene una superficie total de 100.5 km2 y comprende varios municipios de Michoacán. Algunas aún llamadas islas dejaron de serlo porque ya están conectadas con tierra firme. Asimismo, la especie endémica del lago, el pescado blanco, desapreció también hace años.

Uno de los enemigos más grandes del lago es el aguacate. Michoacán ha sido el gran productor de ese fruto. Son muy importantes los ingresos que se derivan de su cultivo, pero sin duda la falta de orden ha impactado tanto al lago como a los manantiales que lo nutren. El riego de los plantíos y la captación ilegal en enormes ollas de agua para el riego ha dañado el equilibrio ambiental de la zona.

El asunto es muy complejo, pero aún tiene solución. Ha habido esfuerzos y acciones aisladas, pero se requiere mayor y mejor coordinación. El rescate del lago va a necesitar de acciones que implican a autoridades de los tres niveles de gobierno e incluso instancias de carácter internacional. A los institutos de investigación, a la sociedad civil, a productores, agricultores, pescadores, empresas turísticas, etc. Parece una misión imposible que hay que hacer posible. El liderazgo de jóvenes mujeres indígenas me llena de esperanza.

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