Hay muchas formas de votar. El legal es con una boleta. Pero hay quien vota con los bolsillos. Otros con la crítica. Otros, con los pies.

Ésta última no es inútil. Así fue derribado el muro de Berlín y se desplomó el comunismo en Europa del Este.

Con los pies firmes en la tierra, un hombre frenó la embestida de un tanque en la plaza de Tianamen.

Eso haremos millones de mexicanos el próximo día 19. Llenaremos cientos de plazas, porque estamos reiterando el sentido de nuestro voto.

Un voto por la libertad, la paz, la democracia y el regreso de la concordia.

Una marea, rosa, que inunda al país de entusiasmo y esperanza.

El oficialismo nos acusa de haber dejado de ser ciudadanos y haber convertido la marcha en un tema político.

¿De veras?

No entendieron nada. Nunca.

Las marchas siempre fueron políticas. Las activó su autoritarismo y su arrogancia.

Comenzaron porque querían destruir al INE, que significaba ahorcar a la democracia. Luego para pedir a la SCJN que declarara inconstitucional el Plan B que Morena, sin recato ni pudor, aprobó sobre las rodillas para destazar al INE. La tercera fue para manifestarnos sobre la urgencia de frenar un peligro inminente: la extinción de la libertad en el país.

Hemos logrado mucho. La primera marcha catalizó la adhesión del PRI a la coalición Frente y Corazón por México y su voto en contra del atentado constitucional contra el INE.

La marea fue esencial para definir el método, inédito en la historia, del que resultó nominada candidata Xóchitl Gálvez, una mujer sin partido.

La Corte frenó el Plan B.

Hoy, el oficialismo busca el Plan C: obtener, como sea, los votos para reformar a su antojo la Constitución y desaparecer al INE, a la Corte  profesional, al INAI y a la comisión de los Derechos Humanos.

El dilema de la elección está claro. Ganamos y salvamos la libertad o perdemos y se instaura una dictadura de partido.

¿Cuál es la sorpresa de expresar nuestro voto en favor de lo que hemos manifestado siempre?

La única sorpresa es del régimen: por miedo, por soberbia.

No entienden el hartazgo.

Después de 186 mil ejecutados y 50 mil desaparecidos.

Después de 50 millones de personas sin salud.

Después de que 2 de cada 3 niños no tiene vacunas.

Después de que mataron por negligencia criminal a 800 mil enfermos de COVID.

Después de que 26 millones no tienen sus 3 comidas al día.

Después de que por su ineptitud 1.5 millones de estudiantes abandonaron la escuela.

Después de matan a tres mujeres cada día por el hecho de ser mujer.

Después de que violan a una mujer cada media hora.

Después de que un mexicano se va del país cada minuto por miedo o por hambre.

Después de que un niño es abusado cada día en su escuela.

¿De veras no entienden?

No. Si entienden pero no les importa.

Por eso: indígnate y sal.

Toma las calles. Son nuestras.

Atiborra las plazas y grita hasta desgañitarte que el país es nuestro y que no queremos vivir así.

Vamos a las marchas para votar con los pies.

Levántate y ve. Será el preludio de un gran triunfo ciudadano el 2 de junio.

Confían en tu apatía. En tomarte el pelo para que votes por un estribillo y unos tenis y no por salvar a tú familia.

Hay quien confía en las balas para llenarnos de temor.

No importa. Los votos siempre han derrotado a las balas.

No lo olvides.

@fvazquezr

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