De cara a la elección en la Cd. Mx., cierto sector social se plantea un dilema, que refleja su incapacidad para sustraerse del clasismo: ¿A qué alcaldía prefieres parecerte —preguntan—, a Iztapalapa o a Benito Juárez?

Formular las cosas en esos términos es una burda demostración de ignorancia, prejuicio y desinformación. Si se trata de comparar en serio la gestión de Clara Brugada y Santiago Taboada, hay que analizar en qué medida fueron capaces de aprovechar los recursos con los que contaban.

Tanto en población como en dimensión territorial, la Benito Juárez cabe cuatro veces en Iztapalapa. Aun así, el presupuesto de la alcaldía que gobernó Brugada es tan solo 2.5 veces mayor. Si lo dividimos por número de habitantes, en la Benito Juárez a cada uno le toca casi el doble de presupuesto que en Iztapalapa.

Con esas restricciones presupuestales, lo sorprendente es que Clara Brugada haya podido hacer mucho más que Taboada.

La ex alcaldesa de Iztapalapa supo hacer rendir más los recursos, al brindar directamente los servicios públicos (poda, bacheo, iluminación, etc), a través de los propios trabajadores de la alcaldía, en lugar de recurrir a la contratación de empresas externas. Eso permitió ahorrar hasta un 40% entre utilidades e impuestos, y explica en gran medida el éxito del modelo de gobierno de Brugada.

Gracias a esa forma de administrar los recursos, en Iztapalapa se lograron ahorros cuantiosos que permitieron impulsar decididamente la obra pública. Mientras en Iztapalapa se edificaron 13 enormes utopías (que representan más de 500 mil m2), como espacios recreativos, educativos y destinados a labores de cuidado, en la Benito Juárez solo se construyó obra privada: centros comerciales y grandes desarrollos inmobiliarios con muchos pisos de más; el famoso cartel inmobiliario.

Pero hay otras medidas en las que el trabajo en Iztapalapa fue superior. Entre 2019 y 2023, por ejemplo, se atendieron casi ocho veces más fugas de agua que en Benito Juárez. Si lo calculamos proporcionalmente por población, la gestión de Brugada atendió el doble de fugas.

En este mismo periodo, en Iztapalapa —donde se promovió ampliamente la iluminación de las calles para mejorar la seguridad— se colocaron más de 250 mil nuevas luminarias, mientras Taboada sólo se dedicó a dar mantenimiento a las existentes. A través de acciones como esta, la inseguridad bajó en más del 60%.

Y aunque la seguridad es sobre todo una competencia del Gobierno de la Ciudad, Iztapalapa registra proporcionalmente 24.6 delitos/km2, frente a los 52 delitos/km2 de Benito Juárez. La mitad.

En suma, Iztapalapa ha tenido una buena administración pública, con resultados palpables y, no menos importante, sin evidencia de corrupción. Mientras entre 2019 y 2022, la gestión de Taboada acumuló observaciones de la Auditoría Superior de la Federación por más de 36 millones de pesos, Iztapalapa fue la única alcaldía que no tuvo un solo monto por aclarar en cuatro años.

En la última encuesta de INEGI, que mide la confianza entre la población y su gobierno local, el gobierno de Iztapalapa obtuvo la máxima calificación de toda la ciudad y una de las más altas del país, superando a Benito Juárez por casi diez puntos.

Por eso cuando me preguntan “a qué alcaldía prefieres parecerte”, evito caer en tan absurda provocación, y les reviro la pregunta: ¿Qué gestión debiera inspirar al futuro gobierno de la Ciudad? La respuesta es muy Clara.

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