Para proteger la salud espiritual de los novohispanos, la Inquisición castigaba la herejía, la idolatría, la hechicería y prohibía la circulación de libros que atentaran contra las buenas costumbres regidas por la Iglesia Católica. A pesar de sus controles de seguridad, le fue inevitable detener la propagación del mercado negro, así algunas obras llegaban incluso escondidas en barriles de vino