Para el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, las vidas de palestinos inocentes valen poco o nada. Durante una entrevista con la cadena CBS en la que se le cuestionaba si la labor del ejército no había ido demasiado lejos, el premier afirmó que en Gaza, probar con métodos no letales no funciona.

Los hechos ocurrieron en los días pasados, durante la controvertida inauguración de la Embajada norteamericana en Jerusalem donde 60 palestinos fueron muertos a tiros por el ejército e hirió a por lo menos 1,200 más en lo que ha sido el día más sangriento desde 2014.

Las acciones tomadas por el ejército podrían considerarse una afrenta al derecho internacional. La Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 define claramente el genocidio cuando se busca “infligir deliberadamente en el grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física en todo o en parte".

La Unión Europea no ha manifestado una posición, mientras que sólo el presidente francés, Emmanuel Macron, es el único que ha hecho una declaración abiertamente. Sudáfrica, Bélgica e Irlanda llamaron a consultas a sus propios. Turquía expulsó al embajador de Israel de su país, mientras éstos últimos también exigieron la salida del representante Turco.

En el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas  la emisión de una posible declaración pidiendo una investigación independiente fue bloqueada por Estados Unidos. Llamó la atención que en el preciso momento de la sesión, cuando el representante de los pueblos Palestinos iba a hacer uso de la palabra, la representante de Estados Unidos, Nikki Haley, abandonó la sala.

La otra tragedia en todo esto es el silencio cómplice de la mayor parte de los gobiernos del mundo.

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