Pese a lo que podemos pensar en México, el potencial de las nuevas tecnologías y de las energías renovables para combatir la pobreza ya ha sido probado. En diversos lugares del mundo en desarrollo, los indicadores demuestran que, debido a los avances tecnológicos, estos países pueden “saltarse” épocas y brincar directamente a los teléfonos móviles, a las tabletas y a la energía solar sin siquiera pasar por los cableados infinitos o las computadoras de escritorio.

Estos días, distintas organizaciones ambientalistas lanzaron una declaración sobre la crisis climática de nuestro país. De acuerdo con Eduardo Piquero, de Iniciativa Climática de México, "el cambio climático es la principal amenaza que enfrenta la humanidad", en virtud de ello la siguiente adminsitración tendrá como principal reto, "lograr una transición energética justa y en presentar una hoja de ruta pra cumplir los compromisos de México en el Acuerdo de París",  me dice Nalalia Lever de The Climate Reality Project.

¿Cómo se logra y de qué manera contribuyen la tecnología y las energías renovables a terminar con la pobreza?

Se logra debido a que los avances tecnológicos que permiten que una persona que vive en un lugar recóndito tenga capacidad de comunicarse y con ello llega la oportunidad de tener información y una promesa de futuro. Mientras que en los países desarrollados más de dos terceras partes de los hogares cuentan con un teléfono fijo, en los africanos únicamente el 2% cuenta con uno. Sin embargo, el 90% de los adultos en países como Nigeria, cuenta con un teléfono móvil, cifra igual a la de Estados Unidos.

El acceso a esta forma de comunicación en zonas marginadas y rurales, le da la oportunidad a las personas de hacer cambios en su propia vida, desde el aprendizaje, el acceso a información y noticias hasta la forma en que pueden participar en la toma de decisiones en sus comunidades y países. Es un sinsentido pensar que si la gente es pobre necesita repetir todo el camino andado para llegar a las nuevas tecnologías, es decir, que deban tener una línea de teléfono fija o electricidad por cable.

En países como la India, Indonesia o en Sudáfrica, las decisiones de política pública para atajar tanto la pobreza como la demanda de energía se están centrando en dejar atrás las fuentes de energía convencionales como el carbón y dar paso a una revolución energética verde, amigable con el medio ambiente y más accesible para los que menos tienen, principalmente porque en la actualidad los precios de la energía solar son más baratos que producirla por combustibles fósiles. El costo hoy de la energía solar es una cuarta parte de lo que era hace 9 años y se calcula que bajará casi un 70% más en algunos años, haciéndola cada vez más atractiva y asequible.

México es uno de los cinco países con mayor potencial en generación de energía solar en el mundo, esto es 50 veces el total de energía eléctrica que se produce actualmente, suficiente para que toda la población sin excepción tenga acceso. En energía eólica el potencial de México también es muy grande, especialmente en estados como Oaxaca, el Estado de México o Hidalgo. Sin embargo, México es también, me dice Eduardo Piquero, "el mayor productor de emisiones en América Latina y el número 12 en el mundo".

Para una familia pobre, tener energía significa la posibilidad de contar con agua caliente, de iluminar las noches, de tener una forma de preparar los alimentos sin el riesgo de encender leña dentro de casa, es decir, una mayor calidad de vida. Eso es posible sin la necesidad de grandes inversiones en infraestructura ni cableados que tarden años en llegar a los más alejados.

No hay incongruencia entre la tecnología, las energías renovables y la lucha contra la pobreza, proponer la vuelta a los fósiles en un país cuyas reservas ya están tan disminuidas, y cuando los precios de los fósiles superan ya los de las energías renovables es un sinsentido que no tiene visión de futuro. La oportunidad que tenemos es enorme para hacer de esa lucha una que rinda frutos aprovechando el gran potencial tecnológico que vivimos al día de hoy, con ello, no sólo abatimos la pobreza sino que contribuimos en el cuidado de nuestro único hogar. "México aún es muy dependiente del petróleo y sus derivados, por ello, es muy importante que la gente comprenda los altos costos que tiene el cambio climático para su salud y para su vida" concluye Natalia Lever.

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