Bajo el pretexto de la posible injerencia de Rusia en las elecciones en México, en estos primeros días han circulado artículos de opinión escritos en distintos medios de comunicación, Enrique Villarreal de Excelsior los primeros días de enero, y hace un par de días León Krauze en estas mismas páginas. Ambos hacen referencia a que el posible apoyo ruso en las elecciones sería para Andrés Manuel López Obrador.

Este tema ha reavivado el debate sobre la pertinencia de votar o no por AMLO. Les guste o no a muchos, López Obrador representa lo mejor o lo peor según se vea. Sin embargo, si revisamos con atención, una buena parte de los opinólogos (o la comentocracia como bien le llama Castañeda) advierten que AMLO podría ser la peor opción. Disiento.

La continuidad que garantiza Meade, la inexperiencia autoritaria de Anaya se enfrentan al mesianismo Obradorista. El continuismo de Meade significa una probabilidad muy alta de evadir la investigación por los múltiples escándalos de corrupción en el presente sexenio, tanto a nivel federal empezando por la Casa Blanca y Grupo Higa, hasta el nivel local con la protección a ex-gobernadores que vaciaron las arcas de sus respectivos Estados y desviaron fondos públicos para enriquecerse o bien para inyectarlos a la campaña presidencial del PRI en 2012.

No. Meade y el PRI no son una opción de voto si queremos cambiar este país y acabar con el peor lastre que cargamos desde hace décadas: la corrupción y la impunidad.

El PAN se ha desdibujado tanto que ha perdido no sólo la unidad interna necesaria para ganar elecciones, sino la brújula de los principios y valores que dicen representar. Si bien Ricardo Anaya ha demostrado ser un buen estratega electoral, su inexperiencia de gobierno no puede dejarse fuera cuando se trata de contender por la Presidencia del país.

Con Ricardo Anaya, el PAN perdió los visos de democracia interna que tenía, hoy, el joven presidente del partido se ha autoencumbrado como Casi-Candidato a la presidencia por la coalición de la Derecha con la Izquierda pasando por encima de todos en su partido, veremos cuánto le cuesta electoralmente.

¿Y AMLO? bueno, López Obrador es un hombre cuyo narcisismo parece competir con el del vecino del Norte. Un hombre que un día se hace aliado de la CNTE para mantener los privilegios de un sindicato que ha hecho todo por mantener la educación en los peores niveles y al otro día se hace aliado del impresentable Partido Encuentro Social de marcada tendencia derechista. Un día promete acabar con la "mafia del poder" y con ello terminará con la corrupción  y al otro promete que les va a dar amnistía a esos mismos de la mafia del poder y además de paso a los narcotraficantes que han dejado el país sembrado de sangre.

El ciudadano común, el que no tiene nexos con ningún partido político, el que no recibe prebendas sociales de ningún tipo, el ciudadano de cualquier estrato socioeconómico, hoy enfrenta un escenario inusitado, pues en estas elecciones no hay siquiera posibilidades de votar por el menos malo. Todos son tan malas opciones que ya casi da lo mismo tachar un nombre o el otro.

AMLO no es la peor opción, porque Meade es igual de mala opción y Anaya también. Ninguno de los tres tiene un compromiso serio de combate a la corrupción que vaya más allá de la retórica. Ninguno de los tres presenta ideas concretas, propuestas bien estructuradas que salgan de los lugares comunes porque tienen miedo de pronunciarse en cualquier sentido para no perder votos. Hoy por hoy, en que ni siquiera hay un “menos malo” soy parte de ese enorme grupo de ciudadanos que aún no sabe por quien votará.

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